lunes, 3 de diciembre de 2018

Lunes por la noche


Que dice mi amiga Inma que últimamente estoy muy filosófica y que escribo cosas muy profundas. Yo qué sé. Escribo lo que siento y lo que en ese momento me sale, sin pararme a pensar demasiado.

Ahora, en cambio, estoy escribiendo mi primer post desde el móvil, directamente aquí, sin pasar por Word y sin darle más vueltas. A veces me apetece escribir y si me apetece lo hago así, donde estoy y según me sale.

Son casi las once de la noche, para mí la hora de estar ya metida en la cama y leyendo un poquito. Pero me he puesto a hacer la comida de mañana y tengo que esperar a que se termine. Mientras tanto me siento en el sofá y leería, pero me he dejado el libro en el piso de arriba y entre subir y bajar, demasiado trabajo.

Hoy tenía un día muy tranquilo. Pensaba estudiar un rato, hacer algo de deporte y preparar la comida. Pero cuando volvía de trabajar me ha escrito una amiga para contarme algo y me ha hecho tanta ilusión que nos hemos ido a tomar algo a las cinco de la tarde y he vuelto a casa a las nueve. 

Y sin estudiar. Y sin deporte. Y la comida sin hacer...

Y realmente, me da igual. Porque ver feliz a la gente que me rodea es mucho mejor. Porque las buenas noticias y las cosas bonitas hay que celebrarlas. Porque lo importante siempre, siempre, va primero.

Buenas noches 

jueves, 29 de noviembre de 2018

Tú misma



Tú misma. Tú misma y nadie más, porque eres lo mejor que tienes y lo que siempre vas a tener. Quiérete tal como eres y quiérete con lo que eres, no por lo que tienes o lo que tendrás, ni por lo que fuiste, o por lo que crees que algún día serás.

Quiérete como eres hoy.

Eres única. Con tus cosas sí, esas que te hacen diferente y también esas que quizás no te gustan tanto. Pero eres tú, tú y nadie más, y sólo eso te hace especial. Sólo eso te hace ser un mundo por descubrir, un pequeño mundo totalmente dentro de ti. Tienes la inmensa suerte de ser tú, no lo desperdicies.

Quizás a veces no te aprecies tanto como te mereces. Quizás a veces busques demasiado a otras personas cuando, en realidad, no deberías necesitar que nadie decidiera si eres o no feliz. No te dejes manejar por otros, no te dejes menospreciar, no permitas que nadie te haga sentir inferior. No lo permitas porque no lo eres, ni tú ni nadie.

Conócete. Descubre eso que se te da bien, eso con lo que disfrutas, eso en lo que destacas porque, créeme, todos tenemos algo. Poténcialo. Potencia lo que te hace ser mejor y aprovéchalo. Saca siempre lo mejor de ti. No lo desperdicies, ponlo al servicio de lo que te rodea y muéstraselo a los demás. Tienes todo un mundo esperándote fuera. Trabájate la felicidad, porque no llega sola, pero llega si la buscas. Lucha por ser feliz, por encontrar el camino que te pertenece, aquello que te hace levantarte cada día con ganas.

Lucha siempre por lo que te pertenece. Lucha por lo que se te da bien y por lo que te hace sentir bien. Lucha por tus ilusiones y tus sueños, porque sí, eso te pertenece y sí, eso se cumple. Pero hay que currárselo, porque lo fácil no existe.

Pero, sobre todo, quiérete. Quiérete porque al final tú eres lo mejor que tienes y lo más preciado. Cuando tú estás bien, poco a poco llega todo. Cuídate y mímate, date caprichos. Cuida tu mente y tu persona. Quiérete mucho. Nútrete de las personas que te rodean, cuida a la gente que te quiere, pero cuídate también a ti misma y disfruta también de ti.

A veces, realmente, no necesitas a nadie más. De verdad.

Tú misma.

martes, 27 de noviembre de 2018

Coraje

“El coraje, más que la ausencia de miedo,
es la conciencia de que hay algo por lo que
merece la pena que arriesguemos”



Nunca me he considerado una persona valiente. Todo lo contrario, de hecho. Siempre he creído que soy miedosa por naturaleza y poco se le puede hacer. Pero no sé, a veces merece la pena cambiar la forma de mirar las cosas y más cuando se trata de una misma. Quizás sea verdad esta frase y la valentía no nos hable de no tener miedo, sino de hacer las cosas a pesar de ese vértigo, de coger aire y lanzarte a ello.

Entonces, cuando pienso así, me doy cuenta de que soy más valiente de lo que pensaba, de que a veces soy la primera en infravalorarme y que, si hablamos de arriesgarse, también soy la primera que me tiro. No me gustan las cosas a medias, ni echarme atrás, ni esconderme de algo. Si tengo que tomar una decisión, la tomo. Si tengo que arriesgarme, me arriesgo.

En mi vida he tomado decisiones aún sabiendo que me podían cambiar la vida, aún sabiendo que podían salir mal. Y me han cambiado la vida, y me han salido mal. Me he sentido sola muchas veces y he aprendido que, cuando se trata de ti, nadie puede sacarte las castañas del fuego. La gente te ayudará, te llamará y pensará en ti, pero tú eres la única que se queda ahí.

Aún así, nunca he llegado a arrepentirme de nada. Cada vez que me he caído me ha dolido y he llorado, pero yo sola me he vuelto a levantar, he encontrado la manera de hacerlo y he seguido caminando. Siempre que las cosas se han torcido, he encontrado la forma de verles el lado positivo y volver a empezar de nuevo.

Quizás tenga razón ese dicho que dice que el ser humano es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. Probablemente me vuelva a equivocar decenas de veces en mi vida y sienta miedo otras tantas. Probablemente me arrepienta y quiera volver atrás en muchas ocasiones. Seguro que volveré a caer y a sentirme insegura, volveré a estar asustada, tendré vértigo de nuevo…

Pero quizás también soy más valiente de lo que pienso y tengo el coraje suficiente para construir esa vida que realmente yo quiero.


domingo, 28 de octubre de 2018

Aprender y seguir aprendiendo.


Aprender y seguir aprendiendo es, para mí, la manera de ir avanzando día a día.



Aprender de los errores y convertir cada pequeño fallo en un nuevo aprendizaje. Tropezarte, tomar decisiones equivocadas, ir por el camino que no deberías, hacer cosas y después arrepentirte. Pensarlo, darle vueltas y entender que, por lo menos, así no volverás a hacerlo. Conocerte a ti mismo. Conocer qué se te da bien y qué no tanto. Dónde fallas para hacer lo que sea por evitarlo y dónde sueles acertar, para fomentarlo.

Caminar e ir construyendo tu vida por el camino que tú quieres. Atreverte a tomar decisiones, aunque sean arriesgadas. A cambiar de ciudad, a cambiar de trabajo o cambiar de aires. Apostar por lo que quieres. No por lo que quisiste o por lo que querrás. Pensar en el presente, dejar atrás el pasado y no preocuparse tanto por el futuro. Dar saltos, arriesgarse, fallar y volverlo a intentar.

Luchar siempre por las personas. No por los lugares, por las cosas, por los trabajos, sino por las personas, que son las que al final siempre merecen la pena. Quedarte con las que te aportan, las que te ayudan, las que te hacen reír y las que están siempre ahí.

Dejarlo todo y empezar de nuevo si es necesario. No tener miedo. No tener nunca miedo de las decisiones que en un momento tomaste convencido, aunque al final hayan salido mal. Si has elegido todo consciente de aquello por lo que quieres luchar, has hecho lo correcto.

Soñar y tener ilusiones. Cagarla, cagarla mucho. Volver a empezar, caminar de nuevo y seguir soñando. Convertirte en tu mejor versión. Actuar siempre conforme a lo que de verdad quieres, conforme a esas ilusiones. Hagas lo que hagas entonces, no puede estar mal.

Y si no sale bien…

Seguir aprendiendo.

martes, 2 de octubre de 2018

Mi reto



Acabamos de empezar semana y de empezar mes, y yo lo hago con muchas ganas. Septiembre vino cargadito, para acostumbrarnos poco a poco a la rutina de nuevo y volver a los madrugones, trabajos, llamadas, compras, comidas, cenas… Hoy puedo decir que creo que ya he pillado ritmo, ya he cogido rutina y he establecido mi día a día otra vez más.

Los días en general se me pasan bastante rápido. Poco a poco he empezado a organizarme menús, a cocinar un poco más, a que no me pille el toro con la compra y a tener la casa relativamente organizada. Los fines de semana los he ido llenando de pequeños planes. Tengo algún viaje exprés ya preparado y también me he comprado algún billete de tren.

El otro día me decía alguien:

-                - Creo que nos entendemos tan bien porque somos personas sencillas 

-                -  ¿Sencillas?

Sí, creo que somos personas sencillas. Encontramos la felicidad en el día a día y eso nos hace estar bien. Paseos por el campo, tomar una cerveza, ir al cine, ver fotos del verano, escribir un rato, llamar a una amiga, organizar una comida entre semana, comprar dos entradas para un concierto, montar en quad, sentarse al sol, beber tranquilamente un café, llamar a casa, cenar en compañía, escuchar música, leer en el sofá…

Hoy simplemente quiero plantear un objetivo para octubre. Para mí y para todo el que quiera unirse… Y puede parecerlo, pero no es tan fácil…

Encontrar la felicidad en el día a día y en las cosas sencillas. ¿Cómo? Guardando un rato, cada día, para hacer algo que te guste. Reservándote tus momentos para disfrutar. Obligándote a ser feliz con las cosas más sencillas…

¿Te apuntas?

viernes, 31 de agosto de 2018

Aquí y allá.



Aquí y allá me parece una buena manera de resumir mi verano y, a la vez, no me gusta demasiado. Podría referirme a la suerte que he tenido de hacer viajes, tener vacaciones y disfrutar con toda la gente que quiero. Pero creo que hoy hablo más bien de mi casa o de ese lugar en el que me siento como en casa. Aquí y también allá.

Supongo que no soy la única a la que le pasa, supongo que todos los que llevan un tiempo viviendo lejos lo han pasado alguna vez. Podría decir que ahora mismo tengo la suerte de tener dos lugares en los que me siento en casa, pero eso también me hace sentir que siempre me falta algo. Lo que está allá cuando yo estoy aquí y lo que se queda aquí cuando yo me voy allá.

Y así me he pasado el verano. Haciendo maletas, yendo y viniendo, echando de menos… A veces siento que vivo echando de menos y que me es imposible tener cerca a todo el mundo que me gustaría. Me gusta sentir que puedo volver a mi casa cuando quiera y que ahí está mi familia. Me gusta sentir que el hecho de que mis amigas vivan repartidas por el mundo es la excusa perfecta para viajar. Pero la realidad es que cuando lo necesitas hay que recurrir al teléfono para mantener una conversación y que, estés donde estés, siempre te falta alguien.

Me encuentro a dos días de volver a la que es mi casa durante el curso y empezar de nuevo. La gente me pregunta si me da mucha pena irme otra vez y la verdad es que no. Tengo ganas, porque también tengo vida allí y llevo dos meses lejos. Pero sé que cuando lleve una semana allá también me apetecerá volver.

Si os digo la verdad, me parece una suerte contar con dos casas y echar de menos gente. Hace dos años aprendí que todos los lugares tienen algo bueno y que sólo tienes que buscarlo para darte cuenta de que las oportunidades suelen ser regalos de la vida y que en todos lados se pueden encontrar personas que merecen mucho la pena.

Me despido desde aquí, volveré a escribiros desde allá.

¡Feliz fin del verano! Septiembre nos espera…

lunes, 27 de agosto de 2018

Me debes un café.

“¿Cuántas historias bonitas habrán empezado con un café?
¿Recordáis cómo fue esa primera cita?
¿Los nervios que sentisteis justo antes de ese encuentro?
Esas son las cosas que nos hacen sentir vivos y que debemos guardar para siempre.
Hay cafés que se convierten en toda una vida.”


Soy incapaz de recordar todos los cafés de mi vida, pero son muchos. A veces un café es la mejor excusa para un encuentro y, para mí, cualquier excusa para compartir siempre es buena.

El otro día decidí salir a tomarme un café con mi vecina, debajo de casa. Hacía años que no quedábamos así, tranquilamente, sólo coincidíamos en entradas y salidas del ascensor, siempre con prisas. El café nos duró dos horas, hasta que tuvimos que despedirnos y aceptar que nos seguiremos viendo por el portal, corriendo, hasta decidir que de nuevo un café será la mejor excusa para parar un rato.

El café es también la mejor forma de ver durante el curso a mi amiga Isa. Cuando tenemos la suerte de coincidir un fin de semana en el que las dos hemos vuelto a casa, solemos robar un par de horas al tiempo para ponernos al día de nuevo.

Una vez me tomé un café un tanto especial en un parador y creo que todavía lo estoy saboreando…

El otro día mi prima se pidió un café con hielos en una terraza, pero nos cayó encima el diluvio universal, nos tuvimos que cambiar de sitio, y cuando el camarero logró encontrarnos para darnos los hielos, ella ya se lo había bebido caliente.

Durante el trabajo el café es la mejor excusa para parar un poco y hablar un rato con los compañeros. El café será también lo que usaré para ir mañana después de comer a visitar un rato a mis abuelos.

Tengo tantísimas historias que empiezan con un café que podría no terminar. Cafés que se alargan durante horas y conversaciones que darían para diez cafés.

Pero sí, claramente, hay cafés que se convierten en toda una vida.

jueves, 2 de agosto de 2018

Para tí

- Ya no escribes.
-Ya…
-¿Cuándo fue la última vez que escribiste algo?
-No sé…
-¿Por qué ya no escribes?
-¿Quieres que escriba?
-Sí.
Pues escribo. Para ti.



Y hoy me apetece escribir sobre agosto y los atardeceres de verano. Sobre el olor a mar y la arena pegada por todo el cuerpo. Sobre ese color más claro que coge el pelo estos meses y esas mejillas un poco coloradas. Sobre los helados que se derriten en las manos, las terrazas llenas de gente. Sobre no madrugar y meterse a la cama tarde. No saber si es martes o domingo, día veinte o veintitrés.

Me apetece escribir sobre el verano. El verano en la calle, sin entrar en casa. Verano de pelo mojado y chancletas, de toallas secándose, de vivir en bañador. De volver a ver a toda esa gente que durante el curso está lejos y ahora vuelve a casa. Verano de hacer maletas, de recorrer kilómetros y conocer nuevos lugares. De mirar por la ventanilla del coche, leer en el avión o ver la película del tren.

Sobre el verano de pueblo. El verano de no entrar en casa. De salir por la mañana, de ir a la piscina. Sentirse fresco, aunque haga calor. De hacer planes, aunque sea miércoles. De montar en bici, ir al campo, dar paseos cuando ya atardece. De salir por la noche, ver las estrellas, dormir con la ventana abierta. Jugar a cartas y juegos de mesa. Bañarse y tomar el sol, secarse y volver al agua.

Verano de casas llenas de gente. De largas comidas familiares, sea lunes o jueves. De primos y más familia. De crema de sol, aftersun, gorras y gafas. Otro verano de esos, año tras año, y a la vez un verano distinto.

Escribo para ti...

Contigo el verano suena mejor.

domingo, 27 de mayo de 2018

Domingo

Hace mucho que no escribo. Aunque bien pensado, esa frase no es del todo verdad. Sigo escribiendo y mucho, pero hace bastante que no publico. No sé muy bien en qué momento dejó de gustarme lo que escribo o dejé de escribir lo que me gusta. Pero cuando pasa eso hay dos opciones. Dejar de hacerlo o empezar a hacerlo de otra manera.

Cambiar.


Cambiar que no siempre es malo. A veces oigo un “has cambiado”. Venga ya, claro que he cambiado. Me ha crecido el pelo y me ha subido (aún más) la miopía. He cambiado de trabajo, he cambiado de ciudad. Se me han roto unas zapatillas, las he tirado y me he comprado otras. He cambiado de coche, porque el otro me dejó tirada demasiadas veces. Y ahora cambio mi forma de escribir. A mejor o a peor. Pero cambio, porque sino no avanzo. Y paso de quedarme estancada.

Es domingo y aún me quedan cinco horas de viaje en coche. Decir adiós en casa y bajar a donde toca estar ahora o, por lo menos, este año.

El jueves pasado me llamó la casera, que dice que tiene el piso en venta y que hay unos señores que quieren verlo. Casi se me cae el mundo a los pies. Dios mío, que tienen que ver el piso. Y yo tengo sábanas colgadas por las escaleras para ver si se secan. Los baños he de aceptar que me da mucha pereza limpiarlos y ya debería ponerme a hacerlo. La ropa sucia de ayer en el suelo y realmente ¿cuánto hace que no quito el polvo?

Pero esos señores quieren ver el piso, mi casera quiere venderlo y la de la inmobiliaria pregunta que cuando me viene mejor enseñarlo. Pues nunca. Pero ya si eso la semana que viene. Que para que esto parezca más una casa hace falta más de una tarde.

Y yo que siempre me he considerado una maniática del orden y la limpieza… Já. Hasta que la que tiene que poner orden eres tú y la que tiene que limpiar todo eres tú. Fíjate que ya mis manías han empezado a desaparecer y yo soy más flexible.

Así que nada, es domingo y me planteo la semana. Lo primero limpiar y ordenar la casa, para que los señores puedan verla. Lo segundo hacer la compra, que el viernes el frigorífico estaba vacío y no me apetece tirar otra semana más de lo que encuentre por los armarios.

Creo que voy a cambiar el orden, de hecho, primero llenar el estómago y luego ordenar la casa.
Entre compras y limpiezas me asomaré a escribir. Escribir de esta manera es más fácil, menos profundo y más directo.

¿Veis cómo cambiar a veces ayuda?

domingo, 11 de marzo de 2018

De historias...


“Los científicos dicen que estamos hechos de átomos, 
pero a mí un pajarito me contó que estamos hechos de historias.”
Eduardo Galeano.



De historias.

Ni de átomos, ni de momentos, ni de aciertos, ni de errores. De historias.

Somos lo que fuimos. Lo que hemos vivido, las personas que hemos conocido. Los lugares que hemos visitado. Cada momento de la vida que nos lleva hasta donde hemos llegado, hasta donde estamos ahora, que nos seguirá llevando. Somos esas decisiones que tomamos, incluso cuando son equivocadas. Esas también.

Ayer mientras calentaba para el partido pusieron una canción que me recordó totalmente a un momento y unas personas. Eso es lo que somos. Las canciones que nos transportan a un momento, las fotos que nos llevan a un lugar, los olores que nos recuerdan a una persona, las ciudades que nos traen un viaje… Un vídeo, un libro, un bar, una playa. Ese pueblo, ese país, ese trabajo, ese avión. Esas historias que hacen que hoy seamos quienes somos.

Hoy mi amiga Maite me ha preguntado a ver si ya he decidido dónde voy a vivir el curso que viene. No tengo ni idea. Tengo posibilidades abiertas, pero aún tengo que decidirme. A veces da miedo, porque decir que sí a algo conlleva decir que no a muchas otras cosas. Cuando tenemos puertas abiertas y cogemos una, cerramos las otras y es imposible saber qué nos esperaba ahí…

Pero, no sé, a mí me gusta pensar que a veces tomar decisiones, cambiar de ciudad y empezar de nuevo es lo que nos permite seguir construyendo historias. Seguir llenando la vida de personas, de lugares, de experiencias y de recuerdos. De todo eso que hace que esto tenga sentido…

De esa frase que tengo en la cabecera de este blog desde hace ya años. De que la vida es digna de vivirse y para eso estamos aquí, para seguir escribiendo, haciendo fotos, grabando vídeos, conociendo personas, viajando, conociendo lugares, países, pueblos, idiomas… Llenando la vida de historias. De esas que merecen ser recordadas… Con una canción, con un olor, con un restaurante o con una terraza.

Somos lo que fuimos, lo que somos y lo que seremos.

Sigamos escribiendo…

domingo, 18 de febrero de 2018

Personas mágicas

“Hay personas mágicas, te lo prometo”
#petitepensamientos




El otro día me encontré por internet esta frase, de Petite Mafalda, y me gustó tanto, tanto, tanto, que me la apunté corriendo.

A veces se nos olvida que el mundo está lleno de personas mágicas, de personas especiales. De personas que saben hacerte reír, que saben hacerte sentir mejor, que saben hacerte un poco más feliz. Que te sacan de casa, que te mandan mensajes. Personas que saben sacar lo mejor de ti, que te hacen mejor persona.

No sé por qué pensar esto me hace ilusionarme. Por todas esas personas mágicas que tengo en mi vida, que son unas cuantas, y por todas esas personas mágicas que aún me quedan por conocer. Creo que a veces no soy consciente de la suerte que tengo, en general. Que a veces no sé apreciar a las personas que me rodean y que a veces no las cuido tanto como debería. 

Supongo que conforme pasan los años las relaciones van cambiando. Nos metemos en nuestro trabajo, en nuestro día a día, la comida, la casa, los problemas que nos rodean... Y sacar tiempo para la gente que nos rodea se va haciendo más complicado. Aunque sean personas mágicas, aunque sean especiales. 

Este año se me empezó haciendo un poco más cuesta arriba, por muchas cosas, pero si tengo que sacar algo bueno de todo es la cantidad de gente que me ha ido escribiendo todos los días, que me ha llamado de vez en cuando, que me mandaba cada día canciones, textos para leer, imágenes… Esas personas mágicas que saben estar cuando tienen que estar, para lo que tienen que estar y donde tienen que estar.

Y así, con la frase y todo esto, ayer me dio por pensar que la gente que no termina de hacerte feliz, de darte lo que mereces, de hablarte bien, de ser sinceros, de apostar por ti o de contar contigo… Esa es la gente que sobra en la vida. Porque, a veces, también tenemos que sacar y no pasa nada.

Que lo mejor que hay en la vida son las personas es algo que lo tengo claro clarísimo, desde hace tiempo, y si son especiales… Esas sí que son un regalo. A mí me hace muchísima ilusión pensar en las personas mágicas y, lo mejor, estoy segura que todavía me queda mucho tiempo por compartir y unas cuantas por conocer.