miércoles, 18 de octubre de 2017

Hoy, por fin.

Hoy llueve y acabo de hacer café.



Hoy por fin llueve. Hace casi dos meses que duermo en mi nueva habitación, que tiene el techo abohardillado, y todavía no había conseguido despertarme en mitad de la noche viendo la lluvia golpear el cristal que tengo encima de la cama. Pero hoy por fin llueve. Y no digo por fin sólo por eso, eso de hecho es lo que menos importancia tiene, pero llueve por fin y esta última semana era especialmente necesario.

Nunca me han gustado las tardes sin planes, los días vacíos ni pasar demasiadas horas metida en casa… Pero hoy por fin llueve y yo acabo de hacer café. Mientras cojo la taza caliente y me lo voy bebiendo, abro el ordenador y escucho música. Empiezo a escribir. Se oye algo de lluvia de fondo, no demasiada. Y coches, muchos coches, porque cuando llueve eso no nos lo pensamos, nos lanzamos al volante.

Hoy casi llego tarde al trabajo porque las carreteras estaban imposibles. Los niños han llegado mojados, alguno llevaba la mochila cubierta con una bolsa y hoy, por fin, he visto el perchero lleno de pequeños chubasqueros. En el pasillo se veían las huellas de todos los pies mojados que iban entrando a sus clases y hoy, por fin, hemos tenido que encender las luces para tener luz en vez de bajar las persianas para que no entre el sol.

Aún me queda media taza de café, suena otra canción, pero sigue lloviendo.

Hoy también entra poca luz en casa, a pesar de las grandes ventanas que tengo. Me he puesto calcetines para andar por aquí y he colgado en la ducha a secar el paraguas que esta mañana he tenido que coger antes de salir de casa. Voy a aprovechar para sentarme dentro de un rato en el sofá y llamar a casa. Hablar con mi padre, con mi madre e incluso también con mi abuela, porque hoy llueve y prefiero quedarme en casa. 

Hoy por fin, después de casi dos meses, voy a darme la ducha caliente antes de cenar, en vez de mañana después de desayunar. Esta tarde no voy a salir porque por fin llueve y no me apetece mojarme. Me apetece terminarme el café, seguir escribiendo, continuar escuchando música, leer un rato…

 “¿Y por qué hoy no podemos salir al patio en el recreo?” No sé cuántas veces he oído esa frase esta mañana. Pues porque hoy por fin llueve y está todo lleno de charcos.


domingo, 8 de octubre de 2017

Acostumbrarse...

Acostumbrarse a vivir lejos de casa.


Nunca creí que fuera a decirlo, pero sí. Acostumbrarse a ser más independiente, a conocer gente nueva, a viajar un poquito más, a recorrer kilómetros, a llamadas por teléfono y a findes que se aprovechan como si fueran meses.

A amigas que siguen ahí aunque no las veas, a reencuentros esperados, a muchos menos planes, pero a planes más especiales. Acostumbrarse a tener que poner un punto medio y así juntarnos todos en Madrid, aunque hayamos tenido que viajar desde Toledo, Salamanca, Segovia o incluso Pamplona.

A conocer una nueva ciudad como si se tratara de la tuya, a descubrir bares, parques, tiendas y rincones. Acostumbrarse a ver gente nueva, otras caras. A que te pregunten de donde eres, porque se te nota en el acento. A hablar de tu ciudad como nunca habías hablado antes. Acostumbrarse a tener dos casas, a echar de menos ropa cuando estás aquí, porque se te había olvidado que la tenías ahí.

Acostumbrarse a juntarte con las de siempre, pero en sitios nuevos. A conocer sus ciudades, sus nuevas compañías, sus segundas casas. A seguir hablando como si nada hubiera cambiado, aunque ahora todo sea distinto. A recordar tu ciudad cada vez que vives lejos y a contar cosas sobre tu nuevo destino cuando por fin has vuelto a casa.

A hacerte tu vida en un sitio nuevo, a encajar como siempre lo habías hecho, a crear una nueva rutina. Acostumbrarte a que tienes también vida aquí, aunque siempre sea más especial la que has dejado ahí.

A seguir haciendo planes, a continuar creciendo, a ser feliz allá donde estés. Acostumbrarse a disfrutar de todo lo nuevo.


Acostumbrarse…

martes, 3 de octubre de 2017

Octubre

Dice el Principito que caminando en línea recta uno no puede llegar muy lejos… No creo que octubre vaya a ser recto, ni mucho menos. Quizás se haga cuesta arriba pero, ¿y lo bonitas que son luego las vistas?, ¿y las fotazas que después salen?



Octubre será ese mes en el que ya me habré acostumbrado un poco más al nuevo trabajo y madrugar cada día ya pasará a ser rutina. No sé si seré la única, pero septiembre me cuesta la vida. Yo que nunca me echo siestas y en septiembre me duermo por las esquinas. Creo que este mes tendré más energía, no es muy complicado.

Este año en especial me apetecía cambiar de mes. No sé por qué no se me dan bien los nuevos comienzos y convertir lo nuevo en parte del día a día era lo que llevaba esperando desde que comenzó este curso. No se me da bien ser la nueva, empezar de cero o tener que conocer gente, simplemente espero que pase el tiempo y así, de manera natural, lo nuevo pronto dejará de serlo.

Me gustan los colores del otoño, aunque este año parezca que el verano haya venido para quedarse. Me gusta comenzar a abrigarme un poco, coger el pijama de manga larga, beber el café caliente y sentarme en el sofá con una manta.

Nunca me ha parecido que octubre fuera un mes especial, pero este año, por lo que sea, lo he cogido con ganas. Últimamente tengo la sensación de que el tiempo va más rápido que nunca, los días vuelan y los meses pronto se acaban. No sé por qué, pero tengo la necesidad de disfrutar de cada mes, de cada semana, de cada día y de cada plan.

De repente ya no me agobia pensar que no voy a volver a casa hasta dentro de tres semanas, porque para cuando me he dado cuenta, las tres semanas han pasado.

Creo que voy a aprovechar este mes, a disfrutarlo… Sea como sea, seguro que llegamos lejos.