“¿Te has implicado alguna vez tan
profundamente en algo que ninguna otra cosa te importase en ese momento, hasta
llegar a perder la conciencia del tiempo?”
Luis Galindo.
Hoy me estaba leyendo uno de esos libros que se merecen uno, dos o tres posts sólo para hablar de ellos. De esos de leer con lápiz en mano para ir subrayando, de pasar páginas y volver para atrás porque esos párrafos merecen ser releídos. De esos en los que me obligo a leer un único capítulo al día para racionalizar y que me dure un poquito más, para ir asimilándolo poco a poco. Un libro del que os hablaré más adelante, Reilusionarse, de Luis Galindo.
Pues en eso andaba yo, disfrutando de mi
capítulo diario, cuando me he encontrado con esta pregunta. ¿Que si me ha
pasado algo así? Sí, claro. De hecho me encanta cuando ocurre, cuando estás tan
enfrascado en algo que se te va la noción del tiempo, se pasan las horas sin
darte cuenta y tú sigues ahí, a lo tuyo, ajeno a cualquier otra cosa.
Él dice que eso es alcanzar un estado de
fluidez y a mí me gusta mucho esa idea.
Ahora le doy vueltas a si me sería posible
alcanzar instantes de fluidez en el día a día… Cuando estoy trabajando, cuando
leo un libro, mientras estoy con mis amigas o en mis ratos de estudio. Creo que
lo haría todo mejor. Se trataría de poner todo, el cien por cien, en eso que
estoy haciendo en cada momento. Poner ilusión, ganas, concentración y toda mi atención
en ello, entonces simplemente fluiría.
Dicen que en eso consiste la felicidad, en
momentos… y, ¿por qué no van a ser momentos cotidianos? Porque si entregas toda
tu persona a eso que estás haciendo, no sólo tú te sentirás mejor, sino que todo
tendrá mejores resultados.
Yo ya tengo mi objetivo de la semana,
alcanzar instantes de fluidez cada día, que cuando se trata de hacer las cosas
bien, nunca es tarde para intentarlo.