En lo que llevo de curso creo que he oído más
veces que en toda mi vida frases del tipo “pero eres muy joven…”, “pero con
todo lo que aún te queda por vivir…”, “pero qué joven eres para…” y un largo
etcétera que se repite cada vez que conozco a alguien y le explico qué hago,
dónde vivo, de qué trabajo y todas esas cosas.
Sinceramente, no creo que se sea muy joven o
muy mayor para algo, creo que cada persona tiene sus tiempos. Nunca he pensado
demasiado en si tengo pocos o muchos años para hacer algo. Si tengo pocos o
muchos años para viajar, si tengo pocos o muchos años para irme a vivir fuera
de casa, si tengo pocos o muchos años para prepararme unas oposiciones…
Creo que la vida de cada persona va marcando
sus propios momentos y que cada uno tiene su propio ritmo. El otro día me decía
mi amiga Maite que, a tres meses de terminar la carrera, la mayoría de sus
compañeros ya han conseguido un trabajo para el año que viene, pero que ella
todavía no se sentía como para buscar trabajo, no sabía qué quería, no se veía
en el mismo lugar que ellos… Y claro, todo eso le agobiaba. Que lo entiendo,
que agobia, pero no pasa nada.
No es malo pararse a ver qué se quiere y
olvidarse un poco del qué toca ahora. Y es que a veces parece que la vida tiene
que llevar un ritmo fijo. El momento en el que debemos empezar la universidad,
el momento en el que hay que empezar a trabajar, el momento en el que la gente
se empieza a casar…
Pero la verdad es que nadie es más por conseguir
algo antes y nadie es menos por conseguir algo más tarde. Las personas son lo
que son y lo son cuando son, más allá de la edad. Cada uno tiene su historia,
su situación personal, su camino, su vida y sus tiempos.
Entiendo que hay cosas que pueden sorprender,
pero no creo, para nada, que salirse del “momento” sea malo. En realidad, sólo
se trata de conocerse a sí mismo y seguir el propio ritmo. Lo importante es
saber qué quieres hacer en cada momento y entender que nunca es demasiado
pronto para dar ese paso, pero que, por suerte, generalmente tampoco suele ser
demasiado tarde.