jueves, 31 de diciembre de 2015

GRACIAS 2015

Llevo todo el día deseando escribir algo, un balance del año, lo típico. Y llevo también todo el día creyendo que no iba a poder, que era imposible, que entre tanta cosa no me iba a dar tiempo. Pero finalmente lo he hecho, he parado, he respirado y he cogido el ordenador. Me lo merezco y, sobretodo, este año 2015 se lo merece.



Ha sido un año distinto, muy marcado por el hecho de que en junio terminé la carrera. A partir de ahí todo cambió. Los planes, la seguridad, el primer trabajo… todo es diferente cuando se te abren tantas puertas. Este año por primera vez me he dado cuenta.

Lo mejor de terminar la carrera fue el viaje de fin de grado, un crucero. Un crucerazo, de hecho. Recorrerse el Mediterráneo: Cerdeña, Italia de sur a norte, Mónaco y hacerlo con compañeros, amigos, de los últimos cuatro años es un planazo. Un viaje muy difícil de olvidar.

Viajar, de hecho, ha sido uno de mis continuos durante este año. Es lo que tiene que tu novio viva a 500 kilómetros de distancia. No sé bien cuántas horas de autobuses y trenes he tragado durante estos últimos 365 días, pero muchas, eso seguro. La parte buena, conoces nuevos lugares de España. Claramente, compensa.

Este año también me ha ayudado muchísimo a apreciar la palabra amistad. Va pasando el tiempo y voy dándome cuenta de cómo cambian las personas que tenemos al lado. No a mejor ni a peor, simplemente cambian y cambia la situación. Ya no importan tanto los grupos, pesan las personas. Ahora las que se quedan, se quedan de verdad.




He pasado momentos buenos, buenísimos. He visitado Italia dos veces, he pisado Madrid decenas de veces, he conocido Toledo. He pasado días con mi familia en el pueblo, me he reído a más no poder. He patinado sobre hielo, he leído muchísimo y he visto miles de películas. He hecho un crucero, he perdido un poquito mi miedo a los perros (porque si quiero seguir yendo a casa de mi amiga Leire no me queda otra). He retomado el blog y ha tenido más éxito que nunca. Me clasifiqué para la final de la liga con mi equipo, terminé un trabajo de fin de grado (que me tuvo meses pegada al ordenador) mucho mejor de lo que me esperaba, me gradué…

También habrá habido cosas malillas, pero si ahora pienso en lo pasado y no me acuerdo es porque, en su momento, no fueron tan importantes. Si el balance es positivo, si lo bueno gana a lo malo, si al recordar sólo me sale sonreír, entonces sólo me queda dar gracias y desear un 2016 al menos tan bueno como este 2015.  



Y para daros las gracias por cada día, por cada momento, por cada instante conmigo, os dejo un texto de Lara Goretti que es demasiado bueno:


“Gracias a ti, que me complicaste la vida. Y a ti, que me gritaste a tiempo. Gracias a ti, que acompañaste a mis sueños, y a ti que los hiciste inmensos. Gracias también a ti, que me curaste la rabia, y a ti que me dijiste te quiero. Gracias a ti, que me robaste la sonrisa, y mil gracias a ti que me regalaste las tuyas. Gracias a ti, que siempre has estado, y a ti que no quieres irte. Gracias a ti, por contarme tantos cuentos, y a ti por hacerme protagonista indiscutible de ellos. Gracias a ti, que te fuiste a tiempo, y a ti que compraste mi tiempo. Gracias a ti, por meterme en tus planes, y a ti por estar en los míos. Gracias a ti, por ese concierto, y mil gracias a ti por compartir tus secretos. Gracias a ti, por ese momento, y por supuesto a ti por estar siempre atento. Gracias a ti, por el mensaje mañanero, y claro a ti por quedarte hasta que me duermo. Gracias a ti, que comentaste esa foto a tiempo, y a ti que me escribiste un mail con un corazón inmenso. Gracias a ti, que luchaste con mis miedos, y a ti que no crees en ellos. Gracias a ti, que sientes por dentro, y mil gracias, mil, mil, mil gracias a ti… Que me sientes y te siento.”




OS DESEO UN MUY, MUY, MUY FELIZ AÑO 2016, 
DE VERDAD, A TODOS.


jueves, 24 de diciembre de 2015

Un poco de Navidad



¡Ya vuelvo, ya vuelvo! Yo no quería desaparecer tanto tiempo, de verdad, pero diciembre se ha ido complicando y no he podido sacar ni un minuto para escribir algo. A veces pasa que las cosas no vienen como una se las espera y toca improvisar un poco. Pero bueno, aquí estoy de nuevo para deciros que sigo viva y para contaros cosas, que se me van acumulando. Creo que el post de hoy va a ser un poco popurrí, pero tengo que soltar todo de golpe, ya me perdonaréis.

Empiezo diciendo que ¡ya tenemos aquí la Navidad! Este año viene un poco diferente. Mi abuelo está en el hospital y, aunque ya va para delante, va a tener que pasar las fiestas ahí, cosa que nos va a hacer pasarlas a los demás también. Ayer ya tuvimos que aceptarlo, que de momento no nos movemos, así que decidimos ambientar un poquillo la situación. A fin de cuentas es Navidad en todos lados y no podíamos dejar que al abuelo se le olvidara, así que encendimos la tele, pusimos la lotería y adornamos su habitación, aquí os dejo una foto.




Bueno la habitación del hospital la hemos adornado un poco, pero mi casa no tiene signo alguno de que la Navidad se acerca (y eso que nosotros siempre ponemos belén, árbol y espumillón por todos lados). Así que yo todavía ando mentalizándome de que ya llegan las fiestas y hoy, por fin, es Nochebuena.

Una de las cosas más típicas de la Navidad, de las que sí que he disfrutado durante estos días, han sido los reencuentros. Cada vez son más las personas que se van a vivir fuera y por eso las temporadas de estar en casa hay que aprovecharlas. Los abrazos con una persona a quien llevas tiempo sin ver son una de las cosas más bonitas que hay, sin duda.

Otra de las razones por las que he estado más desaparecida este mes han sido mis exámenes de enero. Parece que las Navidades son largas pero, entre una cosa y otra, se quedan en nada. Yo ya no sé cómo me va a dar tiempo de estudiar todo lo que tengo para entonces. Y así me encuentro con que tengo que comprar un regalo del amigo invisible y todavía no tengo nada de nada. Ni tengo nada, ni tengo ideas, ni tengo tiempo. Por eso y por si alguno os encontráis también en esta situación aquí os dejo una lista con 23 regalos para tu amiga invisible por menos de veinte euros.

La verdad es que hacerme regalos a mí es muy fácil. Hay muchas cosas que me gustan pero si quieres acertar seguro, regálame un libro. Voy haciéndome listas con los que más me gustan, esos que me quiero leer, sí o sí. De momento este encabeza la lista, ya había oído buenos comentarios sobre él pero tras leer esta crítica no dudé en añadirlo. Si queréis regalar libros pero no se os ocurren cuáles, aquí os dejo unas cuantas ideas para esta Navidad.





Cambiando totalmente de tema. Este mes he retomado los juegos de mesa. Hacía mucho que se me había olvidado lo bien que se pasa una noche, alrededor de una mesa, jugando con amigos. Desde hace ya tiempo las noches frías de invierno, esas que apetece pasarlas en casa, las dedicábamos a cenar y ver pelis, pero este mes he vuelto a los juegos de mesa y, verdaderamente, he de aceptar que ¡me encantan! (por si estas Navidades os surge la oportunidad, para que retoméis los juegos de mesa, ¡son geniales!)

Y para terminar el post de hoy, un consejo. Olvidaos de regalos, de comidas, de adornos… centraos en lo importante. La Navidad puede ser muy bonita o muy triste. Puede ser muy profunda o muy superficial. Recordad lo que de verdad merece la pena. Qué más da pasar los días en el hospital, si los pasamos juntos. Disfrutad de estos días, disfrutadlos de verdad.






¡FELIZ NAVIDAD!

miércoles, 9 de diciembre de 2015

Desconectando...

Tener una semana de vacaciones en medio del curso me da la vida. Me da aire nuevo, me carga de energías, me hace empezar hoy otra vez con ganas.


En Navarra tenemos suerte. El día 3 de diciembre es el patrón, San Francisco Javier, así que desde entonces hasta el nueve tenemos una semana de vacaciones para disfrutarla como queramos. Yo decidí hacer una forzosa desconexión. Tengo que estudiar, que preparar muchas clases y que poner notas, pero soy consciente de que mi trabajo requiere dedicación y ganas, estar a tope. Para dar buenas clases, para enseñar, para que los niños aprendan… hay que trabajarse todo bien y yo, para seguir este mes haciéndolo de la mejor manera posible, necesitaba parar un poco.

Por eso he aprovechado esta semana al máximo, he disfrutado, he desconectado y he hecho millones de cosas…

Me he ido de viaje. Quinientos kilómetros de distancia, cinco horas de autobús, gente totalmente diferente y una de las ciudades más bonitas de España. No he hecho grandes cosas allí, pero he hecho las mejores que podía hacer. He estado con gente que hacía tiempo que no veía y he estado muy a gusto.

He visto películas. Los miserables, El corredor del laberinto y Ocho apellidos catalanes que está muy bien. Lógicamente las segundas partes nunca son mejores que las primeras y, si la comparamos con Ocho apellidos vascos, quizás no sea tan divertida. Pero te ríes, te ríes bastante. De hecho, estoy segura de que si no hubiera existido la anterior, esta tendría críticas mucho mejores.

He conocido El Escorial. El palacio, la basílica, el pueblo, la sierra de alrededor… Todo me encantó. Nos hizo un día tan bueno que me lo pasé desde la mañana hasta la noche con el abrigo en la mano (cosa impensable aquí en el norte desde hace un par de meses). Además, desde que empecé a estudiar Historia del Arte aprovecho muchísimo más todo lo que voy viendo. Ahora entiendo las cosas, las veo de otra manera y, sobretodo, las disfruto.


Se ve el buen día que nos hizo, ¿verdad?

He jugado a los bolos y al billar. Me he ido de compras. He escuchado villancicos. He bebido un enorme batido de chocolate, con trozos de oreo y mucha nata. He conocido personas nuevas. He comprado postales de navidad. He tenido comidas con mucha gente. He hecho muchas fotos. He visto bastantes atardeceres.

Este lo vi desde el autobús, me pasé una hora viendo en el cielo colores así de bonitos. 

Me he reído mucho pero también he llorado. He llorado porque no todo ha sido bueno, porque también han llegado malas noticias. Porque, a veces, la vida te sorprende de la peor manera; porque nada es para siempre, ni siquiera las personas. Y, en ocasiones, los golpes más fuertes llegan a los que menos lo merecen.

He aprendido. Porque de lo bueno y de lo malo siempre se aprende. Porque la única manera de avanzar es aprender cosas cada día (y no lo digo sólo porque yo sea maestra…). He aprendido que a veces la mejor manera de seguir hacia delante es parar un momento. He aprendido que las cosas hay que hacerlas hoy mejor que mañana, porque mañana nunca se sabe. He aprendido que las personas a las que queremos se merecen buenas palabras siempre, se merecen que se lo recordemos día a día. He aprendido que la vida está para vivirla, para disfrutarla, para ser felices; pero que esto sólo llega con las cosas importantes, con las sencillas. Con las cosas que nos llenan, que nos dan esa felicidad que brota desde dentro y se expande por todo el cuerpo.  

Creo que este puente lo he aprovechado de la mejor manera posible y, sobretodo, he desconectado. Hoy empiezo de nuevo a tope, con las pilas totalmente recargadas y muchas ganas de hacer bien todas las cosas.



Pd. ¿Qué tal han vuestros días?, ¿habéis aprovechado para ir a algún sitio? ¡Estaré encantada de leeros!

jueves, 3 de diciembre de 2015

Repartiendo ilusiones

Me encanta diciembre, es mi mes favorito. Me gusta tanto la Navidad que en cuanto empieza el mes yo ya me pongo a cantar villancicos y a adornar la casa.



Soy consciente de que hay gente a la que no le gusta nada esta época del año justo por las mismas razones por las que a mí me gusta tanto. Quizás no les gustan las comidas familiares o simplemente no tienen familia con la que juntarse. Puede ser que no estén pasando por un buen momento y deje de resultar fácil escuchar todo el rato palabras como ilusión, sueños o esperanza… Son miles de cosas por las que la vida a veces se complica y los días de Navidad empiezan a ser un poco más duros.

El otro día oí hablar de una iniciativa llamada Reyes Magos de verdad. Se trata de hacer llegar regalos a niños que no van a tener ninguno estas navidades, porque tienen familias desestructuradas, viven en centros de acogida o su familia tiene muchos problemas económicos; y a ancianos, que viven en residencias, están solos y tampoco van a recibir nada.

Solamente tienes que inscribirte en la página web y te mandan a casa la carta de los Reyes Magos de un niño o un anciano, con su dirección. Una vez comprado uno de los regalos que ahí aparecen, se lo mandas a nombre de Melchor, Gaspar y Baltasar.

Me gustó tanto la idea que en cuanto pude encendí el ordenador y fui a inscribirme. Sin embargo, al ir a hacerlo me encontré con que este año ya se había cubierto el cupo de personas inscritas y ya estaban enviadas todas las cartas.

Me había hecho tantas ilusiones que me fastidió muchísimo perder mi oportunidad de enviar mi regalo a alguien y hacerle unas navidades un poquito mejores. Luego pensé que estaba siendo egoísta. No se trata de que yo cubra mi necesidad de hacer una obra buena durante estos días, sino de que haya personas que vivan un poco mejor durante estas fechas, de sacarles una sonrisa y regalarles un poco de felicidad.

No es importante que yo no pueda enviar mi regalo a través de esta iniciativa. Lo importante es que hay tanta gente dispuesta a hacerlo que todas las personas van a tener su pequeña sorpresa.

A veces el mundo me da muy buenas lecciones. Todavía hay algunos días que me sorprende para bien.