martes, 23 de febrero de 2016

Mis primeros pasos por... Guilford

Nunca he explicado por qué el blog se llama así, la verdad es que no hay ninguna razón en particular. Simplemente me gustó y creo que me pega bastante. Hay momentos en que todos nos podemos sentir una persona entre muchas, simplemente una de tantas.

Pensando me di cuenta de que uno de los momentos en que probablemente más sucede esto es cuando nos vamos a vivir a un nuevo país. Nuevo lugar, nuevo idioma, nueva cultura y nadie conocido… Así que se me ocurrió abrir el blog a personas que han pasado por esto, para que nos cuenten sus experiencias en las que se han sentido un poquito una de tantas.

Hoy estrena la sección una de las personas que más quiero, mi prima Raquel, que hace ya un año y medio cogió un avión y se fue a vivir a tierras inglesas. Os dejo con ella.



¡Hola! Muy buenas a todos esos que pierden o aprovechan, como se quiera decir, un poquito de su tiempo conmigo. Hace un tiempo que me planteo esto de escribir un blog con mis penas y alegrías, mis experiencias y satisfacciones personales; así que la petición de mi prima me servirá un poco para ver cómo me siento escribiendo. Hace ya tiempo que me nace la curiosidad de abrirme y publicar todo lo que ya llevo tiempo escribiendo.

Todo esto viene a que yo también me he sentido una de tantas. Una de tantas esas que la vida, por buenas o malas razones, como se quiera mirar, le ha dado la oportunidad de ejercer su profesión en un país extranjero, como es mi caso en Inglaterra. Soy una de tantas esas enfermeras que se han ido a Inglaterra a trabajar…

 En realidad, eran mucho los años los que llevaba teniendo esta ilusión o perspectiva de futuro. Desde siempre me había llamado la atención tanto Inglaterra y la lengua inglesa como la gente que se marchaba allá para aprender inglés y vivir una nueva experiencia. Tras acabar mi carrera de enfermería en Pamplona y viendo el panorama laboral que nos esperaba allí, decidí sin pensármelo dos veces, venirme (si me lo pensaba esa segunda vez el paso no lo iba a dar nunca).




Me considero una chica bastante abierta, lanzada y sin miedo a tropezar empezando una nueva experiencia, pero esto no quita ese miedo y nerviosismo de comenzar algo nuevo y muy distinto. Aún así, conociéndome, sabía que no iba a tener ningún problema para superarlo.

Tras un largo verano de preparaciones, entrevistas y de colegiarme como enfermera en Inglaterra, cosa que no resultó nada fácil y que lo conseguí gracias a la agencia con la que estoy plenamente agradecida, llegó el día de marchar. La gente dice que todos los nuevos inicios son difíciles y yo así lo puedo confirmar. La sensación de primer día en Inglaterra, que luego se extendería a la sensación que tuve durante mis dos primeras semanas, fue de un completo agobio. Esa es la palabra. Agobio resultante de dejarte caer sola en un país extranjero cargada con todas tus cosas y sin saber muy bien dónde vas a acabar. Recuerdo verme en Londres de noche, con mis dos maletones a cuestas, montada en autobuses con gente extraña y sin conocer mi destino definitivo. El taxi que vino a recogerme, tras bajarme de ese autobús, tampoco fue nada tranquilizante.

Desde un principio, yo iba a Inglaterra a trabajar a una residencia de ancianos. Se suponía que tanto el trabajo como el alojamiento lo tenía asegurado. Sin embargo, la situación al llegar allá no fue tan buena como la pintaban. Acabé en casa de la cocinera de la residencia, durmiendo en un colchón en el suelo y con una fecha límite de dos semanas para buscarme otra habitación definitiva para vivir. A todo esto se le sumaba que durante esos días también tenía que, por mi cuenta y con un nivel de Inglés de instituto olvidado (llevaba 4 años de carrera sin tocarlo), abrir una cuenta bancaria, inscribirme en la seguridad social inglesa, solicitar mis antecedentes penales en Inglaterra, inscribirme en el centro de salud más cercano por si me pasaba algo y sobretodo... ¡Encontrar amigos! Afortunadamente, todo fue bastante bien.




Lo que al principio fueron agobios, conversaciones por Skype a lágrima tendida con los papis y sensación de querer volver a esa vida en la lo tenía todo, pronto cambió por la sensación de alegría y sobretodo de orgullo por haber sido capaz de soportar esos malos días, por haberme sacado las castañas del fuego y, lo más importante, por haberme hecho un huequito en esta vida, en esta aventura, como digo yo, por tierras Inglesas.

En definitiva y, sin querer profundizar más en mi experiencia, ya hace un año y medio desde que me dejé caer por estas tierras. Año y medio en el que he conocido a gente maravillosa, con los que puedo contar para todo, y en el que he creado lo que viene siendo mi actual vida en Inglaterra, paralela a su vez a mi vida en España, ya que por el momento no podría ni quiero deshacerme de ninguna de las dos. 

Hasta pronto, Raquel.






¡Muchísimas gracias, Raquel! Si os ha gustado (que supongo que sí) no os preocupéis, ya me ha dicho que cuando quiera vuelve a contarnos sus aventuras y peripecias por esa isla, así que volveré a contar con ella. Hasta entonces, buena suerte por allá… ;)



miércoles, 17 de febrero de 2016

Recargando

En el último post que subí decía que si me vierais este mes de febrero me encontraríais disfrutando, riendo, dejándome llevar y bailando.

Nada más lejos de la realidad.


































Tampoco es cuestión de subir sólo idealidades al blog que reflejan una perfección que no existe ni en mi vida ni en ninguna otra. Febrero se complicó. Empezó mal y continuó a peor. Pasados unos días yo sólo quería volver a enero, estar como siempre, que todo acabara.

Odio estar mal. Supongo que a nadie le gusta, pero es que a mí se me da especialmente fatal. Además, por si fuera poco lo que me hace no estar bien, yo por mí misma, porque quiero estar bien, porque necesito mejorar, porque odio estar mal, me voy hundiendo cada vez más.

Ayer alguien me decía que no puedo tener miedo a las crisis. Que nos imaginamos vidas perfectas en las que no cabe el dolor ni el sufrimiento, cuando eso en realidad no existe, cuando todos vamos a pasarlo mal en un momento u otro. No tenemos que imaginarnos vidas perfectas, sino felices. Después añadía que una crisis está superada cuando somos capaces de dar gracias por ella. 

Si deseamos la felicidad y no la perfección, entonces el dolor, el sufrimiento, las crisis… todo tiene cabida y no sirve más que para hacernos crecer y empujarnos más alto.

No es fácil. No es sencillo. Yo aún no doy gracias por este comienzo de mes, pero poco a poco todo está mejorando. Si algo puedo afirmar es que estoy aprendiendo mucho, pensando mucho y trabajando mucho.

A veces solamente se trata de dar pequeños pasitos hacia delante. Pasos que cuestan mucho y avanzan poco. A veces la vida se encarga de ralentizarnos un poco.

Yo de momento me encuentro recargando.



Pd. Hace unas semanas se me ocurrió una nueva sección para el blog que me hace mucha ilusión. Ya tengo todo preparado y ya hace unos cuantos días que una persona colaboró conmigo para que saliera adelante, pero en febrero todo se complicó. Las buenas ideas, sobre todo las que van acompañadas de buenas personas, requieren tiempo y trabajo, así que tengo la buena noticia de anunciar que, cuando todo vuelva un poco a su cauce, una nueva sección estará esperando en el blog con muchas ganas de que os guste ;)