Aprender y seguir aprendiendo es, para mí, la manera de ir
avanzando día a día.
Aprender de los errores y
convertir cada pequeño fallo en un nuevo aprendizaje. Tropezarte, tomar decisiones
equivocadas, ir por el camino que no deberías, hacer cosas y después arrepentirte.
Pensarlo, darle vueltas y entender que, por lo menos, así no volverás a
hacerlo. Conocerte a ti mismo. Conocer qué se te da bien y qué no tanto. Dónde fallas
para hacer lo que sea por evitarlo y dónde sueles acertar, para fomentarlo.
Caminar e ir construyendo tu vida
por el camino que tú quieres. Atreverte a tomar decisiones, aunque sean
arriesgadas. A cambiar de ciudad, a cambiar de trabajo o cambiar de aires. Apostar
por lo que quieres. No por lo que quisiste o por lo que querrás. Pensar en el
presente, dejar atrás el pasado y no preocuparse tanto por el futuro. Dar saltos,
arriesgarse, fallar y volverlo a intentar.
Luchar siempre por las personas. No
por los lugares, por las cosas, por los trabajos, sino por las personas, que
son las que al final siempre merecen la pena. Quedarte con las que te aportan,
las que te ayudan, las que te hacen reír y las que están siempre ahí.
Dejarlo todo y empezar de nuevo
si es necesario. No tener miedo. No tener nunca miedo de las decisiones que en
un momento tomaste convencido, aunque al final hayan salido mal. Si has elegido
todo consciente de aquello por lo que quieres luchar, has hecho lo correcto.
Soñar y tener ilusiones. Cagarla,
cagarla mucho. Volver a empezar, caminar de nuevo y seguir soñando. Convertirte en tu mejor versión. Actuar siempre
conforme a lo que de verdad quieres, conforme a esas ilusiones. Hagas lo que
hagas entonces, no puede estar mal.
Y si no sale bien…
Seguir aprendiendo.