jueves, 31 de octubre de 2013

Las bicicletas no sólo son para el verano

Parece que últimamente mis entradas van sobre medios de transporte. El otro día tocaron los aviones y hoy le toca el turno a algo que me gusta muchísimo más, las bicicletas. Y es que a mi me encantan las bicis. Sin duda, son el mejor de todos los medios de transporte. Pero no os creáis que me encanta el ciclismo, de hecho es el único deporte que no me gusta porque me canso con solo verlo. No me van las bicis de carreras, a mi lo que me gustan son las bicicletas de paseo, esas que van hasta con cestita.



Todo esto comenzó cuando empecé la universidad. Todavía no tenía carnet de coche así que tenía que ir en autobús, pero pasarme una hora y media al día, entre ida y vuelta, metida en un autobús, no me gustaba nada, así que se me ocurrió la idea de la bicicleta. Pedí una para mi cumpleaños y me regalaron una de paseo bastante buena. Mis padres insistían en lo de la cesta pero a mí eso me daba demasiada vergüenza, así que ahí iba yo el primer año a la uni, en bici y con el bolso colgando del hombro. Hasta que me cansé de que cada tres pedaladas se me resbalara el bolso, de que el peso de un lado del cuerpo me desequilibrara y de llegar a clase con media espalda dolorida. Mira que a veces hacemos cosas estúpidas por culpa de la vergüenza… De esta manera, acabé optando por comprarme una cesta y, sin duda, la cosa mejoró bastante. Ahora soy feliz con mi bicicleta de paseo y su cesta, aunque he de decir que desde que me saqué el carnet la uso bastante menos…

Hace unos años fui quince días de vacaciones a Holanda y una de las cosas que más me gustó fue la cantidad de bicis que había por todos lados. La gente iba al trabajo en bici, al colegio, a la universidad. Los párquines de bicicletas estaban siempre llenos y tenían sus propios carriles a lo largo y ancho de cualquier ciudad. Aquí la verdad es que cada vez veo más, pero aún así la gente no abandona demasiado la comodidad del coche.





No me voy a parar ahora a decir las miles de ventajas que tiene ir en bicicleta. Hacer deporte, no contaminar o respirar aire limpio solo son las primeras de una larga lista. La verdad es que yo no solo utilizo la bicicleta para ir a clase, también me encanta dar paseos y en cuanto sale el sol aprovecho para cogerla. Si algo tengo claro es que las bicicletas no sólo son para el verano. 

lunes, 21 de octubre de 2013

Superando miedos: Los aviones

Hoy empiezo la semana con la primera de una serie de entradas que van a tratar sobre una de las cosas que más me caracteriza: el miedo. Pues sí, yo soy así, miedosa por naturaleza, desde que era muy pequeña. Son tantas las cosas que me dan miedo que podría escribir una larga lista enumerando todas ellas. Pero tampoco es cuestión de aburrir, así que voy a empezar por el miedo que más ganas tengo de superar, el miedo a viajar en avión.




Y digo que es el que más ganas tengo de superar porque una de las cosas que más me gusta hacer es viajar. Conocer nuevos sitios, otras culturas, distintas lenguas y sobretodo diferentes personas. Parece un poco contradictorio ¿no? Pero no creáis que el miedo a viajar en avión me ha detenido mucho. Ya he ido a Roma, París y Lisboa en autobús. A Bélgica, Holanda y Alemania en coche. Aún así el hecho de ir a Estados Unidos o Canadá en barco, por ahora, no me llama demasiado.




Las pocas veces que he viajado en avión lo he pasado realmente mal. Antes de volar siempre me tomo una pastilla para tranquilizarme, pero me da a mi que no me hacen demasiado efecto. En una ocasión había turbulencias y me puse tan nerviosa que me confundí y en vez de agarrarme al asiento de adelante ¡acabé agarrándome al pelo de la chica que iba ahí sentada!. Y esta solo es una de las muchas cosas que me han pasado en los aviones…

Pero bueno, dejando aparte estas pequeñas aventuras, estoy decidida a superar mi miedo por el simple hecho de que no estoy dispuesta a que éste me impida realizar una de las cosas con las que siempre he soñado. Quiero viajar y quiero conocer mundo, y si eso requiere pasarme 20 horas en un avión sobrevolando océanos lo haré, sin duda.






martes, 15 de octubre de 2013

¡Ya estoy de vuelta!

Parece mentira lo ilusionada que empecé a escribir este blog el año pasado y lo abandonado que lo he tenido desde hace unos meses. A decir verdad he pensado varias veces en borrarlo pero, como los ordenadores y yo no nos llevamos del todo bien, nunca he sabido cómo se borra y no he podido hacerlo. Así, al final, para bien o para mal, aquí sigo, intentando recuperar este pequeño proyecto que con tantas ganas empecé hace poco más de un año.

La verdad es que no entiendo muy bien qué venada me ha dado para ponerme a hacerlo justo ahora. Resulta que me he pasado el verano aburrida en casa, sin nada que hacer, matando el tiempo leyendo libros y en ningún momento me ha apetecido ponerme a rescatar el blog. Pero ahora, que no sólo ha empezado el curso sino que ya llegan los primeros parciales, se me ocurre sumergirme de nuevo en todo esto.





De todas formas creo que ya me voy conociendo poco a poco y sé que cuantas más cosas tengo para hacer muchas más hago. Mis tardes nunca han estado vacías, todo lo contrario. Soy la típica persona que tiene tantas cosas que hacer que siempre llega corriendo y justa a todos lados. De hecho, creo que esto se ha acabado convirtiendo en un ritual y ahora soy incapaz de andar despacio. Además soy bastante desordenada pero si no veo orden a mi alrededor me agobio, así que al final acabo siempre nerviosa y estresada. No obstante, poco a poco voy buscando soluciones a mi desorden. Este año me he comprado una agenda donde apunto todo aquello que necesito recordar y cada semana acaba llenísima de comentarios y apuntes. Aún así nunca falta el día en que se me olvida mirarla y, entonces, también se me olvida hacer lo que tenía apuntado. Pero, como ya he dicho que poco a poco me voy conociendo, he encontrado hasta una solución a este problema: Mis manos y brazos, que en ocasiones pueden funcionar como la mejor agenda. Y así es como ando últimamente, sin parar de un lado a otro, cargadísima de cosas y con los brazos y manos llenos de pintadas para todo aquello que no se me puede olvidar hacer.






Así es como, entre todo este caos que es mi día a día, he decidido que quiero dedicar unas horas a una de las cosas que más me gusta: Escribir. No escribir grandes artículos, ni grandes novelas, sino pequeñas ideas que se me van ocurriendo, quizás tonterías, no importa. Solo quiero poder hacer un pequeño hueco en mi semana para desconectar de todo, creo que tendré que apuntármelo en algún sitio, no vaya a ser que se me olvide.