miércoles, 1 de octubre de 2014

Instantes

Se volvieron a cruzar por la calle y ella no pudo hacer otra cosa que emocionarse. La ilusión le invadía por completo y sin quererlo se le escapó una pequeña sonrisa, sin que nadie más le viera, sin que nadie le entendiera. Durante un segundo sus miradas se cruzaron y hubo un pequeño saludo. Su corazón empezó a latir un poco más fuerte y empezó a ponerse nerviosa.

Puede que ninguna otra persona le entienda, ni sepa qué pasó en ese instante. Puede que nadie más que ella se imagine qué está pasando por su cabeza. Puede que nadie llegue a entender cuánto ha significado para ella esa breve mirada.



No sabe si algún día avanzará la cosa, si igual, alguna vez, algo más llegará a suceder. Los dos saben que hay algo, algo diferente que no hay con otras personas. Hay algo que se enciende cuando se cruzan, algo de lo que nunca hablan, eso que no mencionan pero que ambos saben que existe.

Algo especial que ahí está. Está y se puede tocar. Se ve cada vez que se juntan, cada vez que hablan. Pero ninguno sabe muy bien qué hacer para que termine de surgir, para empezar a aceptarlo, para convertir eso que los dos esconden en lo más bonito del mundo. En algo bonito y verdadero.

Y ya se han cruzado. Se han cruzado y se han saludado. Ella ha sonreído y ha vuelto a surgir, ha salido eso que entre los dos existe, esa conexión. Sin embargo, han vuelto a no hacer nada, lo han vuelto a dejar ahí, han seguido cada uno su camino. Ahora toca esperar de nuevo. Esperar a que un golpe de suerte vuelva a juntarles y, quizás, ese día sí que sea el instante definitivo.