sábado, 5 de enero de 2013

¡Ya vienen!


Ya llegan, y con ellos todo cambia. Los niños repasan aquello que hace semanas apuntaron en las cartas, dejan de pelearse entre ellos y deciden portarse bien por un día, todo lo que se pueda por evitar un saquito negro de carbón en sus zapatos. Parece que todo es posible para ellos: un perro, el mejor juguete de toda la juguetería o deseos de cosas imposibles “que vuelva el abuelo”, “que papá y mamá vuelvan a estar juntos”. Miradas, ilusiones y amplias sonrisas se alzan ante grandes carrozas que pasean por las calles de la ciudad. Lluvias de caramelos que una vez tocan al suelo son rifados por pequeñas manos que hacen todo lo posible por cogerlos, cuantos más mejor. Fuertes gritos mezclados con el sonido de una banda que acompaña las grandes carrozas durante su desfile. Todo son miradas ilusionadas, largas carcajadas y alguna lágrima de aquellos que llegaron por primera vez y que no entienden por qué tanta cosa para ver a unos señores con largas barbas.
Lo que los niños no saben es que hoy no son los reyes los protagonistas, sino ellos. Todo vale para sacar una inocente sonrisa, una mirada ilusionada o una noche llena de nervios y emociones. Todo vale en un día en el que los mayores se vuelven a hacer niños otra vez y reviven esos intensos momentos que vivieron hace muchos años. Todo vale en el día más mágico del año, el día en el que llegan los Reyes Magos desde oriente, cargados con sacos de ilusiones, esperanzas y deseos para el año nuevo.