- Ya no escribes.
-Ya…
-¿Cuándo fue la última vez que escribiste algo?
-No sé…
-¿Por qué ya no escribes?
-¿Quieres que escriba?
-Sí.
Pues escribo. Para ti.
Y hoy me apetece escribir sobre
agosto y los atardeceres de verano. Sobre el olor a mar y la arena pegada por
todo el cuerpo. Sobre ese color más claro que coge el pelo estos meses y esas
mejillas un poco coloradas. Sobre los helados que se derriten en las manos, las
terrazas llenas de gente. Sobre no madrugar y meterse a la cama tarde. No saber
si es martes o domingo, día veinte o veintitrés.
Me apetece escribir sobre el
verano. El verano en la calle, sin entrar en casa. Verano de pelo mojado y
chancletas, de toallas secándose, de vivir en bañador. De volver a ver a toda
esa gente que durante el curso está lejos y ahora vuelve a casa. Verano de hacer
maletas, de recorrer kilómetros y conocer nuevos lugares. De mirar por la ventanilla
del coche, leer en el avión o ver la película del tren.
Sobre el verano de pueblo. El
verano de no entrar en casa. De salir por la mañana, de ir a la piscina.
Sentirse fresco, aunque haga calor. De hacer planes, aunque sea miércoles. De
montar en bici, ir al campo, dar paseos cuando ya atardece. De salir por la
noche, ver las estrellas, dormir con la ventana abierta. Jugar a cartas y
juegos de mesa. Bañarse y tomar el sol, secarse y volver al agua.
Verano de casas llenas de gente.
De largas comidas familiares, sea lunes o jueves. De primos y más familia. De
crema de sol, aftersun, gorras y gafas. Otro verano de esos, año tras año, y a
la vez un verano distinto.
Escribo para ti...
Contigo el verano suena mejor.
Contigo el verano suena mejor.
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