¿Cuántas veces os han dicho que
tenéis que aprovechar el presente y pensar un poco menos en el futuro? A mí
muchísimas, pero no hay forma, no hago caso. Posiblemente soy de las personas
que más piensan en el mañana en vez de en el hoy. Me encanta imaginar qué cosas
podré hacer de aquí a un par de años, cómo seré, dónde estaré, con quién. Dicen
que esto es cosa de niños, que quieren crecer rápido, pero a mí de momento no
se me ha pasado, sigo pensándolo, yo de mayor quiero ser…
Y es que yo de mayor quiero ser y
hacer tantas cosas… Yo de mayor quiero ser maestra. Yo de mayor quiero tocar el
saxofón. Yo de mayor quiero viajar. Yo de mayor quiero hablar otros idiomas. Yo
de mayor quiero casarme. Yo de mayor quiero ser madre. Yo de mayor quiero leer
muchos libros. Yo de mayor quiero aprender muchas cosas. Yo de mayor quiero
tener un trabajo. Yo de mayor quiero tener una casa. Yo de mayor quiero seguir
escribiendo. Yo de mayor quiero seguir llamando a mis amigas. Yo de mayor
quiero reír todos los días. Yo de mayor quiero ser mejor persona. Yo de mayor
quiero ser feliz… Y entonces es cuando me doy cuenta de que de todas estas
cosas realmente solo quiero una, la última, yo de mayor quiero ser feliz. Y me
pregunto si todas las que he escrito antes me conducirán ahí. Vuelvo a
releerlas. Vuelvo a pensarlo. Vuelvo a llegar a la última frase: “yo de mayor
quiero ser feliz” y leo algo que no me encaja. ¿Yo de mayor quiero ser feliz?
NO. Yo ahora quiero ser feliz. Yo quiero ser feliz siempre. Y lo cambio, y lo
dejo en “Yo quiero ser feliz”. Eso es lo único que importa.
Ahora lo entiendo un poco más. Entiendo
por qué tengo que pensar menos en el mañana. Entiendo que el mañana de hoy será
el hoy de mañana. El tiempo pasa. El futuro no es nada. Sólo tenemos el
presente. Esta es mi pequeña propuesta para este viernes, empecemos a desterrar
el “yo de mayor quiero ser…” y escribamos un “yo hoy quiero ser…”. Simple lección,
¿no?
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