Mi entrada para hoy va dirigida a ciertas
personas. A algunas de ellas conozco, a otras no. Últimamente oigo que cada vez
quedan menos y que es muy difícil encontrarlas, aunque yo no pienso así. Creo que
todavía quedan muchas y de vez en cuando me voy encontrando alguna por ahí. Mi entrada
de hoy va dirigida a las buenas personas. Pero a las buenas de verdad. A esas
personas que piensan un poquito menos en sí mismas y un poquito más en los
demás. A esas personas que se levantan todas las mañanas con una sonrisa e
intentan contagiarsela al resto. A esas personas que no se preocupan por
discutir a todas horas, que no cuestionan a los demás, que tienen confianza en
la gente que les rodea. A esas personas que llenan el lugar de positividad y
con las que es muy difícil enfadarse. A esas personas que no guardan rencor,
que perdonan y también olvidan, que dan un voto de confianza. Personas que se
preocupan por el resto de la gente. Personas que luchan por conseguir grandes
cosas. Personas que llenan de color los días grises. Personas que llenan de
esperanza el mundo.
Pero no esas personas que “de buenas tontas”,
no. Las personas buenas no son de buenas tontas, sino que son de listas buenas.
Porque ser buena no es cosa de tontas, ser buena es cosa de listas. De listas y
valientes, que tal y como están las cosas no es fácil. Por esto mismo, quiero
aprovechar esta entrada para agradecerles a estas personas que sean así. Gracias
por enseñarnos día a día que todavía queda bondad, que todavía hay personas
dispuestas a dar todo. Gracias por recordarnos que todos podemos intentarlo,
que todos podemos luchar por ser un poquito mejores.
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