jueves, 3 de diciembre de 2015

Repartiendo ilusiones

Me encanta diciembre, es mi mes favorito. Me gusta tanto la Navidad que en cuanto empieza el mes yo ya me pongo a cantar villancicos y a adornar la casa.



Soy consciente de que hay gente a la que no le gusta nada esta época del año justo por las mismas razones por las que a mí me gusta tanto. Quizás no les gustan las comidas familiares o simplemente no tienen familia con la que juntarse. Puede ser que no estén pasando por un buen momento y deje de resultar fácil escuchar todo el rato palabras como ilusión, sueños o esperanza… Son miles de cosas por las que la vida a veces se complica y los días de Navidad empiezan a ser un poco más duros.

El otro día oí hablar de una iniciativa llamada Reyes Magos de verdad. Se trata de hacer llegar regalos a niños que no van a tener ninguno estas navidades, porque tienen familias desestructuradas, viven en centros de acogida o su familia tiene muchos problemas económicos; y a ancianos, que viven en residencias, están solos y tampoco van a recibir nada.

Solamente tienes que inscribirte en la página web y te mandan a casa la carta de los Reyes Magos de un niño o un anciano, con su dirección. Una vez comprado uno de los regalos que ahí aparecen, se lo mandas a nombre de Melchor, Gaspar y Baltasar.

Me gustó tanto la idea que en cuanto pude encendí el ordenador y fui a inscribirme. Sin embargo, al ir a hacerlo me encontré con que este año ya se había cubierto el cupo de personas inscritas y ya estaban enviadas todas las cartas.

Me había hecho tantas ilusiones que me fastidió muchísimo perder mi oportunidad de enviar mi regalo a alguien y hacerle unas navidades un poquito mejores. Luego pensé que estaba siendo egoísta. No se trata de que yo cubra mi necesidad de hacer una obra buena durante estos días, sino de que haya personas que vivan un poco mejor durante estas fechas, de sacarles una sonrisa y regalarles un poco de felicidad.

No es importante que yo no pueda enviar mi regalo a través de esta iniciativa. Lo importante es que hay tanta gente dispuesta a hacerlo que todas las personas van a tener su pequeña sorpresa.

A veces el mundo me da muy buenas lecciones. Todavía hay algunos días que me sorprende para bien. 

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