Tener una semana de vacaciones en medio del
curso me da la vida. Me da aire nuevo, me carga de energías, me hace empezar hoy
otra vez con ganas.
En Navarra tenemos suerte. El día 3 de
diciembre es el patrón, San Francisco Javier, así que desde entonces hasta el
nueve tenemos una semana de vacaciones para disfrutarla como queramos. Yo decidí
hacer una forzosa desconexión. Tengo
que estudiar, que preparar muchas clases y que poner notas, pero soy consciente
de que mi trabajo requiere dedicación y ganas, estar a tope. Para dar buenas
clases, para enseñar, para que los niños aprendan… hay que trabajarse todo bien
y yo, para seguir este mes haciéndolo de la mejor manera posible, necesitaba
parar un poco.
Por eso he aprovechado esta semana al máximo,
he disfrutado, he desconectado y he hecho millones de cosas…
Me he ido de viaje. Quinientos kilómetros de distancia, cinco horas de autobús,
gente totalmente diferente y una de las ciudades más bonitas de España. No he
hecho grandes cosas allí, pero he hecho las mejores que podía hacer. He estado
con gente que hacía tiempo que no veía y he estado muy a gusto.
He visto películas.
Los miserables, El corredor del laberinto y Ocho
apellidos catalanes que está muy bien. Lógicamente las segundas partes
nunca son mejores que las primeras y, si la comparamos con Ocho apellidos vascos, quizás no sea tan divertida. Pero te ríes,
te ríes bastante. De hecho, estoy segura de que si no hubiera existido la
anterior, esta tendría críticas mucho mejores.
He conocido El Escorial. El palacio, la basílica, el pueblo, la sierra de
alrededor… Todo me encantó. Nos hizo un día tan bueno que me lo pasé desde la
mañana hasta la noche con el abrigo en la mano (cosa impensable aquí en el
norte desde hace un par de meses). Además, desde que empecé a estudiar Historia
del Arte aprovecho muchísimo más todo lo que voy viendo. Ahora entiendo las
cosas, las veo de otra manera y, sobretodo, las disfruto.
He jugado a los bolos y al billar. Me he ido
de compras. He escuchado villancicos. He bebido un enorme batido de chocolate,
con trozos de oreo y mucha nata. He conocido personas nuevas. He comprado
postales de navidad. He tenido comidas con mucha gente. He hecho muchas fotos. He
visto bastantes atardeceres.
Me he reído mucho pero también he llorado. He
llorado porque no todo ha sido bueno, porque también han llegado malas
noticias. Porque, a veces, la vida te sorprende de la peor manera; porque nada
es para siempre, ni siquiera las personas. Y, en ocasiones, los golpes más
fuertes llegan a los que menos lo merecen.
He aprendido.
Porque de lo bueno y de lo malo siempre se aprende. Porque la única manera de
avanzar es aprender cosas cada día (y no lo digo sólo porque yo sea maestra…).
He aprendido que a veces la mejor manera de seguir hacia delante es parar un
momento. He aprendido que las cosas hay que hacerlas hoy mejor que mañana,
porque mañana nunca se sabe. He aprendido que las personas a las que queremos
se merecen buenas palabras siempre, se merecen que se lo recordemos día a día.
He aprendido que la vida está para vivirla, para disfrutarla, para ser felices;
pero que esto sólo llega con las cosas importantes, con las sencillas. Con las
cosas que nos llenan, que nos dan esa felicidad que brota desde dentro y se
expande por todo el cuerpo.
Creo que este puente lo he aprovechado de la
mejor manera posible y, sobretodo, he desconectado. Hoy empiezo de nuevo a tope, con las pilas totalmente recargadas y muchas ganas de hacer bien todas
las cosas.
Pd. ¿Qué tal han vuestros días?, ¿habéis
aprovechado para ir a algún sitio? ¡Estaré encantada de leeros!
No he jugado a los bolos... Con eso te digo todo:(
ResponderEliminarPd: pez!
No te preocupes, enseguida llegan las Navidades ;)
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