domingo, 1 de febrero de 2015

Maravillosamente milagroso

Son muchas las cosas que a lo largo del tiempo vamos perdiendo, las que se nos olvidan o las que ya no tenemos. Porque pasan los años, porque todo cambia, porque nos vamos haciendo mayores…, por distintas razones vamos dejándolas atrás. Dejamos de mandar cartas por correo, de escribir sobre papel o de pararnos a ver las estrellas. Ya no saltamos en los charcos cuando llueve, no patinamos, ni jugamos con los vecinos. La vida sigue su rumbo y todo va avanzando. Sin embargo, hay algunas cosas que nunca deberíamos olvidar, bajo ningún concepto.




Últimamente me he dado cuenta de que estamos perdiendo la capacidad de sorprendernos, y me da mucha pena. Hemos visto ya tanto que, a estas alturas, pocas cosas tienen la capacidad de dejarnos boquiabiertos. Ya no nos quedamos anonadados, pasmados, asombrados o estupefactos. Estamos tan acostumbrados a ver tantos logros, tantas cosas inalcanzables alcanzadas, tantas cosas extraordinarias convertidas en ordinarias, que nos admiramos ante muy poco.

Que el hombre ha llegado a la luna. Que podemos comunicarnos en segundos con personas en la otra punta del planeta. Que viajamos de un país a otro en escasas horas. Que pulsamos el interruptor y se enciende la luz. Que edificios de cientos de metros de altura conforman nuestras ciudades. Que tenemos el mundo a nuestros pies y no somos conscientes.




En realidad, el éxito más pequeño logrado o  el objetivo más escaso alcanzado deberían ser dignos de admiración. Pero no lo pensamos, simplemente lo aceptamos. No nos maravillamos ante el mundo en el que vivimos. No alzamos la vista, no observamos nuestro alrededor, no valoramos lo que nos rodea. No somos conscientes. Caminamos con la mirada gacha ante impresionantes edificios, vertiginosas montañas, extraordinarias esculturas, maravillosas personas y ni siquiera nos damos cuenta.

Cada día comienza con un extraordinario amanecer y termina con una fascinante puesta de sol. Miles de estrellas inundan nuestras noches y, cuando más oscuro parece estar todo, tenemos una magnífica luna alumbrándonos desde lo alto. Aviones que vuelan cada hora, pájaros que cantan cada mañana, árboles que florecen cada primavera. Sorprendentes  arco iris que de vez en cuando aparecen entre las nubes, formidables nevadas en invierno y un brillante sol que nos calienta en verano. Trenes, móviles, ordenadores. Cines, teatros, catedrales. Puentes, rascacielos, monumentos. Las cosas más increíbles son creídas sin dificultades.





El mundo es magnífico. Vivimos en un planeta sobrecogedor que día a día avanza de manera fascinante y nos permite crecer rodeados de portentosos acontecimientos. No podemos olvidarnos de la grandeza que nos rodea. No podemos avanzar sin detenernos a contemplar la majestuosidad ante la cual nos encontramos. No podemos dejar pasar el hecho de que la vida es un milagro y nosotros tenemos la inmensa suerte de formar parte de ella. 



No hay comentarios:

Publicar un comentario