No pido tanto. No pido grandes
cosas, no soy demasiado ambiciosa. Sólo pido saludos por la mañana, sonrisas de
buenos días. Un desayuno para empezar bien, un café con un par de tostadas. Un
despertador que no suene demasiado y que el día amanezca antes que yo; no
quiero despertar de noche. Pido un poco de sol, algo de buen tiempo.
Pido algunas amistades para acompañarme en la vida. Tampoco demasiadas. No me importa la cantidad, hoy sólo pido calidad. Amistades de las buenas, de esas que sabes que siempre van a estar ahí y que no tienes miedo a perder. Personas con quienes salir de noche y despertarte por la mañana. Esas que te acompañan a tomar un café cuando necesitas un poco de tranquilidad, a salir de fiesta cuando tienes algo que olvidar y a mirar al horizonte cuando hay algo en que pensar.
Amistades que siempre te cogerán
el teléfono. Personas que no se olvidan de tu cumpleaños, ni de tus fechas
importantes. Esas que conocen tu película favorita y no les importa verla
cientos de veces. Las que te entienden con una mirada y no siempre necesitan
palabras. Personas a quienes no puedes mentir, porque ya no hay forma de
engañarlas. Esas que saben qué piensas y cómo te sientes. Personas con quienes
reír, llorar, gritar, hablar o cantar. Amistades de las de verdad.
Pido también alguien más especial,
alguien que se quede conmigo y lo haga para siempre. Una persona que me quiera
por como soy, que me conozca y me aguante. Alguien que quiera estar a mi lado,
que me escuche, que me acompañe y me ayude. Que soporte mis días malos y
también los buenos. Que sólo me haga llorar de risa y que me saque carcajadas
de alegría. Alguien a quien echar de menos cuando esté lejos, pero nunca de más
cuando esté al lado. Esa persona en quien pensar al cerrar los ojos.
Pido vecinos educados y
compañeros que me respeten. Pido un helado en verano y un chocolate caliente en
invierno. Un paraguas cuando llueva y una sombrilla para la playa. Un hombro en
el que llorar y gente con quien reír. Una cámara con la que capturar momentos,
un mapa para viajar y una brújula rota, para perderme.
Unas botas de agua, para saltar
charcos. Pido comidas en familia. Tardes de sofá, libros para leer. Buzones para
mandar cartas. Ramos de flores en primavera, gafas de sol en verano. Pido no
perder nunca la capacidad de sorprenderme, de llorar de alegría, de dar saltos.
Que llueva, que salga el sol, ver el arco iris.
Pero también pido momentos malos,
para valorar los buenos. Pido echar de menos, para tener reencuentros. Trabajar
mucho, para disfrutar de las vacaciones y pasar frío, para luego aprovechar el
calor. Perderme, para tener que encontrarme y caerme, para poder levantarme.
Pido cosas sencillas, muy
simples. Son muchas, sí, pero no complicadas. Sólo pido detalles… Y saldré a la
calle cada noche de verano para ver estrellas fugaces, para pedir cada uno de
mis pequeños deseos. Pero, en el caso de que sólo vea una, entonces lo tengo
claro…
Pido ser feliz.
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