martes, 22 de abril de 2014

Pequeñas chispas



 “Los grandes incendios nacen de
 las chispas más pequeñas


No me gusta mucho el mundo en el que vivimos. Y no hablo del mundo a gran escala, no. No hablo de la corrupción, los asesinatos, la pobreza o el hambre (cosas que lógicamente tampoco me gustan). En este caso hablo del mundo a pie de calle. El mundo en el que nos encontramos día a día, el mundo que protagonizamos, el mundo del que somos actores principales. Este mundo que nosotros mismos estamos construyendo, el que está en nuestras manos.

Porque nos quejamos mucho de los grandes males que las grandes personas crean en este nuestro gran mundo. Pero, generalmente, no nos damos cuenta de que a pequeña escala, con males más chiquititos, cosas que se notan menos, nuestro pequeño mundo es igual de malvado.

El mundo a gran escala va mal, pero a pié de calle tampoco está mejor. Hablar mal de los demás, aprovecharnos de otros, quejarnos a todas horas, mirar a la gente por encima del hombro o centrarnos en nuestra propia vida sin pensar en la de los demás se nos da genial. Vamos, somos expertos.




Somos más de 7000 millones de habitantes en el mundo y gente mala hay de sobra, lo que hace falta es gente buena. Muchísima falta hace. Se necesitan buenas personas. Personas buenas de verdad. Y caes en un error si te piensas que con la bondad se nace. Las buenas personas no nacen, las buenas personas se hacen.

Yo, personalmente, necesito en mi pequeño mundo personas buenas. Personas de esas que no se molestan por hablar mal de los demás. Personas que son conscientes de que no son perfectas, que saben que hay gente peor pero también gente mejor, que lo aceptan y que luchan por superarse. Personas que saben sonreír por encima de todo, que comparten su alegría aún cuando parece que nada les queda.

Yo necesito a estas buenas personas porque, cuando me rodeo de ellas, me dan ganas de ser mejor. Cuando alguien me sonríe me entran ganas de sonreír. Cuando alguien me habla bien de otra persona se me quitan las ganas de hablar mal. Porque la bondad, la alegría, la humildad, las cosas buenas de verdad, son contagiosas.




Y así, sonriendo crearemos más sonrisas. Intentando ser buenos despertaremos ganas en otras personas de ser mejores. Encendiendo pequeñas chispas en nuestro pequeño mundo crearemos pequeños incendios. Qué más me da a mí que la gente se aproveche de otros. Bastante me importa si lo que se lleva es el egoísmo. A mí lo que de verdad me gusta son las buenas personas y yo quiero ser una de ellas.

Quizás no lleguemos a ser buenas personas hasta que nos demos cuenta de lo difícil que es intentar ser mejores. Intentar ser bueno es una continua lucha contra uno mismo. No es fácil pero, aún así, yo voy a intentar encender mi pequeña chispa. Quizás tú también puedas encender la tuya. Pequeñas chispas de esperanza que poco a poco van alumbrando el mundo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario