Ya estamos inmersos en una nueva estación, la
primavera, la estación de las flores. Días primaverales en los que el sol
brilla pero todavía hace frío. La primavera, la estación del nacimiento. Donde
el invierno deja troncos muertos, árboles secos, pobres jardines, la primavera
vuelve a traer vida. En las ramas de los árboles, hasta ahora desnudas, se
empiezan a ver crecer las primeras hojas. Las flores se animan a ir cubriendo
los jardines. Los pájaros vuelven a invadirnos de nuevo, construyen sus nidos,
se les puede oír de fondo.
Levantarnos por la mañana y que ya haya
amanecido. El sol se va asomando lentamente entre los edificios y las farolas
ya están apagadas. Salimos a la calle y hace fresco, más bien frío, pero se
respira el aire primaveral, en unas horas el sol calentará, calentará mucho. Toca
cambiar el coche por la bici, menos autobuses y más paseos.
El paraguas ya se queda encerrado en casa
(aunque sin olvidar que “en abril, aguas mil”). Adiós a los guantes, gorros y
bufandas. Vuelven al fondo del armario hasta el próximo invierno. Ahora es
tiempo de sacar las gafas de sol. Tiempo de cambiar los gordos jerséis, las
botas y plumíferos por chaquetas, zapatillas y cazadoras.
Las terrazas de los bares se llenan de gente,
las calles están repletas de personas paseando. Vuelven a abrir sus puertas las
heladerías. Menos chocolate caliente y más granizados, menos cafés y más
batidos. Cuesta encontrar un banco libre para sentarse porque todos están repletos
de personas que ya abandonan los sofás de casa. Los hierbines se llenan de
cuadrillas que comparten conversaciones sentados sobre la fresca hierba. Se pueden
ver niños jugando por todos lados.
El sol todavía no calienta excesivamente y se
pueden aprovechar sus rayos. Los días se alargan. Es como si les añadiéramos
alguna hora de más. Todo parece antes, a las ocho todavía es pronto, todavía se
aguanta en la calle, aún se puede estar tomando algo. Es tiempo de llegar a
casa más tarde, aunque al día siguiente toque madrugar. La noche dura menos y
hay que aprovechar al máximo las horas de luz.
Y, con todo esto, el buen humor inunda las
calles. Los días se presentan de otra manera, todo se ve mucho más positivo. Ya
está sobrepasado el invierno, se acabaron los oscuros días y el frío helador. Ahora
florece de nuevo la primavera y nos anuncia que otro curso va tocando su fin y,
ya pronto, llegará el verano.
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