lunes, 31 de marzo de 2014

¡A por ello!

Hoy en día tenemos la costumbre de vivir muy cómodamente. Las cosas son preferibles cuando no suponen demasiado trabajo. Tenemos tantas cosas al alcance de nuestras manos que no nos merece la pena esforzarnos por llegar a otras más lejanas. Estamos rodeados de todo lo que necesitamos para vivir tranquilamente, así que tampoco hace falta ir más allá a buscar algo nuevo.

Aun así, todos hemos sido conscientes de que aquello que nos sirve para vivir más cómodos no siempre nos sirve para vivir más felices. Contamos con numerosas cosas en nuestra vida, pero muchas veces sentimos que nos falta algo. Son una multitud de cosas que no llegan a saciarnos del todo.

El problema aparece cuando, al sentirnos así, nos dedicamos a esperar. Esperar a que aparezca algo que termine de llenarnos. Esperar aquello que sentimos que necesitamos. Esperar a que llegue una oportunidad. Y es que muchas veces hemos oído decir que a quien espera, a quien tiene paciencia, la vida le brinda su oportunidad y claro, nos lo terminamos por creer.




Sin embargo, las oportunidades no llueven del cielo. Las oportunidades no le llegan a quien sabe esperar sino a quien las sabe buscar. Las oportunidades nunca llegan solas sino que van precedidas por largas horas de trabajo y esfuerzo. Llegan, sí, pero llegan a quien se las gana.

Por esto, no tiene sentido alguno vivir cómodamente, por lo menos no para aquellas personas que no se conforman con aquello que les va llegando. No tiene sentido conformarnos con lo que tenemos mientras soñamos con aquello que deseamos. No tiene sentido conformarse y esperar, sino ir y confiar. Pero eso sí, si decidimos que vamos a luchar por lo que queremos hemos de estar dispuestos a salir de esta zona de comodidad en la que hemos ido construyendo nuestra vida.

Salir de esta zona puede conllevar incomodidades. Conllevará esfuerzo, dedicación y persistencia. Tendremos que estar convencidos de qué es lo que queremos y de que eso merecerá la pena. Puede que nos caigamos muchas veces, puede que no veamos el final, que a cada paso nos veamos más lejos, que parezca que no avanzamos, pero, aun así, hay que hacerlo.




Puede que haya días que estemos hartos, puede que haya días que nos cansemos de caminar. Habrá momentos más duros, pero hay que acostumbrarse. Hay que acostumbrarse a que lo fácil no siempre es lo mejor, a que la posición más natural es la de estar de pie, no sentado. Acostumbrarse a ir a por lo que uno quiere en vez de acostumbrarse a querer lo que a uno le va llegando.

Y hay que hacerlo porque la única forma de alcanzar grandes cosas es volar hasta ellas. Si te caes, levántate. Si el objetivo está lejos, camina. Caminando se avanza y avanzando las cosas se alcanzan. Si fallas, persiste. Un fallo más es un escalón menos. Dedica tu tiempo, dedica tus fuerzas y nunca pierdas la esperanza porque “sólo aquel que lucha por lo que quiere se merece lo que desea”. 


1 comentario:

  1. Siempre que entro en el blog acabo releyendo esta entrada. ¡Me da energía!!! Está claro que la comodidad es contraria a la felicidad... aunque un rato tirada en el sofá viendo una peli o leyendo un libro resulta de lo más agradable^^ Me ha encantado eso de "la posición más natural es la de estar de pie, no sentado". ¡Ay que me gusta, me gusta, me gusta como escribes!!

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