lunes, 6 de enero de 2014

Una noche diferente

Menos mal que los Reyes son magos porque si no, con su edad, recorrerse todo el mundo en una noche no sería tarea fácil. Después del viaje en camello desde Oriente llegan a nuestras ciudades y, para que recobren fuerzas ante una larga noche de reparto, les preparamos grandes carrozas en las que pasear y saludar a toda la gente que sale a recibirles. Lo que pasa es que hay veces que la gente no puede salir a ver la cabalgata, ¿Qué pasa con estas personas que no pueden saludar a los Reyes en el único día del año en que se acercan a nuestra tierra? Este año pude comprobarlo, este año viví una noche de Reyes diferente. No me acerqué a verlos en la cabalgata sino que fui al hospital y les acompañé cantando villancicos de habitación en habitación, visitando a las personas enfermas. Fue una experiencia tan bonita que no podía quedarme sin compartirla, tenía que contároslo.

Si en algún momento habéis pensado que los Reyes son solo cosa de niños y que con los años la magia e ilusión desaparecen permitidme decíos que estáis muy equivocados. Probablemente creáis esto porque no habéis tenido la oportunidad de ver la cara de los señores mayores cuando desde su cama del hospital veían entrar a Melchor, Gaspar y Baltasar a la habitación, acompañados de acordeones y guitarras, cantando animados villancicos. Probablemente no hayáis visto sus sonrisas ni sus interminables lloros no sé muy bien de qué, quizás alegría, quizás tristeza, quizás simplemente emoción.

Y sí, he de reconocerlo, a veces yo también me emocionaba. Me emocioné cuando una señora nos pidió que entráramos a su habitación y le cantáramos un villancico y, mientras Melchor y Gaspar bailaban juntos, no dejaba de darnos las gracias por acompañarle en esa noche. Me emocioné también cuando una pareja de señores muy mayores recibieron de manos de Gaspar un regalo con dedicatoria de su hija Elena que, aunque esa noche no estaba ahí, no dejaba de acordarse de ellos. Me emocioné cuando, una vez abierto el regalo, sacaron de la habitación una vieja cámara de fotos, de esas con carrete y un flash que te deja ciego, y pidieron a la enfermera que les sacara una foto con los tres Reyes Magos. Tampoco puede evitar emocionarme cuando Gaspar buscaba como loco por la habitación a una señora que no estaba en la cama y acabó encontrándola en el pasillo, con la lágrima en la mejilla y persiguiendo a Baltasar para que le diera un abrazo.



Sin embargo, cuando una señora desde su cama, sin poderse levantar, nos dijo que después de todo eso estaba segura de que se iba a mejorar, me di cuenta de que no era momento para ponerse triste. Era momento para no dejar de sonreír y contagiar esa alegría a todas las personas que nos íbamos encontrando por el hospital, porque bastante tienen con su día a día. Por eso mismo entramos todos a psiquiatría y, reyes, pacientes y toda la comitiva que les acompañábamos, bajo la música de dos acordeones, nos pusimos a bailar juntos la conga.

Y es que estas personas ya iban a tener tiempo de volver a sus preocupaciones y dolores a la mañana siguiente, pero esa noche era una noche de magia e ilusión. Como todos los años los Reyes Magos habían llegado al hospital cargados de alegría, esperanza y muchas sonrisas y yo tuve la oportunidad de comprobarlo de primera mano. Acabo con una frase que oí  casualmente por el pasillo a una enfermera y que, sin duda, me parece que describe perfectamente todo lo que vi  ayer: “dicen que los Reyes Magos tienen que ver con la magia pero aquí vemos que no, la noche de Reyes no es algo que tenga que ver con la imaginación o la ilusión, es algo muy humano, lo más humano que hemos visto entre estas paredes desde hace mucho tiempo”. 

1 comentario:

  1. Simplemente perfecta.
    Una noche como la del cinco de enero no deja indiferente a nadie y menos a personas recluidas en un hospital.

    Llantos los hay de todos tipos pero ciertamente los Reyes Magos son magos por eso, por alegrar una fria noche de enero a todas las gentes.

    Bien dices que no es algo solo de pequeños pero creo que, junto con las escenas descritas, no olvidaré la cara de la niña que yendo a visitar a su abuela se encontró cara a cara con Sus Majestades. Deberíamos recuperar un poco de su inocencia.

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