domingo, 20 de agosto de 2017

B A R C E L O N A.

Hace algo menos de dos años, después de unos terribles atentados en París, me uní a una iniciativa y escribí una entrada en la que hablaba de mis 50 razones para vivir. Podría volver a hacerlo hoy y escribir 50 diferentes o incluso 100. De hecho, cada vida robada podría haber escrito sus 50, 100, 200 o 5000. Pero no me apetece. No me apetece dar razones por las cuales nadie debería acabar su vida antes de lo establecido porque, sinceramente, me parece algo demasiado básico. Demasiado básico afirmar que nadie tiene derecho a matar, a arrebatar lo más valioso que tenemos, la vida.

Y me enfado, y me pongo de mal humor, y me cabreo y no lo entiendo.



Siempre he pensado que Barcelona es una de las ciudades más bonitas. Yo también he paseado por las ramblas, me he sacado una foto junto a la estatua de Colón, con el mar de fondo, he estado sentada en la Plaza Cataluña y me he bebido un zumo de frutas en el mercado de la boquería.

Yo también soy cada persona que el otro día paseaba por esa calle en una tarde de verano. Yo he sido cada una de esas vidas, simplemente tuve la suerte de hacerlo hace dos meses en vez de hace tres días.

Yo también grito hoy que no tengo miedo, aunque no es del todo cierto. Ahora voy a un concierto abarrotado de gente y no puedo evitar pensarlo, pero sigo yendo. Disfruto de los sanfermines, como he hecho toda mi vida, pero salen conversaciones “¿y si…?”. Me sigo yendo de vacaciones, visito grandes ciudades, voy a los monumentos famosos, pero ahí queda la duda, un pequeño atisbo de miedo, de algo que puede pasar, aunque al final no pase…

Supongo que es otro tipo de miedo. El miedo que ya existe, luchando contra la valentía de seguir haciendo lo mismo que hemos hecho siempre. Lo mismo, porque ni ellos ni nadie nos van a arrebatar nuestra manera de vivir la vida. Nuestra manera de viajar, de pasear, de disfrutar… De luchar por nuestras 50 razones para vivir y ahora, también, por las razones de vivir de todas esas personas que, cobardemente, mientras hacían lo que siempre han hecho, han sido asesinadas.

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