Por esas veces en que las cosas no nos van
como habíamos planeado. Veces en que nos toca hacer cosas que no nos gustan. Veces
en que queremos decir unas cosas pero las circunstancias nos empujan a decir
otras, veces en que queremos hacer algo y al final acabamos haciendo lo
contrario. Veces en que nos gustaría cambiar millones de cosas pero no tenemos
por dónde empezar y sabemos que deben quedarse tal y como están.
Por esas veces en que empezamos a darnos
cuenta de que todos esos consejos que nos han dicho a lo largo de nuestra vida,
todo eso de “serás lo que quieras ser”,
“tu vida sólo depende de ti”, “llegarás donde quieras” o “tú eres tu propio límite”, no son del
todo ciertos. Veces en que comprobamos que nuestra vida está siendo dirigida
por muchas más personas que nosotros mismos y que en ella están influyendo
demasiadas cosas.
Por esas veces en que nos dan ganas de
dejarlo todo. Veces en que empezamos a preguntarnos el por qué de lo que
hacemos. Veces en que nos planteamos el haber olvidado que lo único importante
en esta vida es ser felices y hacer lo que nos gusta, elegir nuestro camino. No
lo que otros digan, no lo que otros opinen, no lo que otros decidan. Veces en
que hemos perdido el sentido de lo que hacemos y de por qué lo hacemos.
Por esas veces en que comprobamos que,
realmente, nadie nos entiende. Que pueden ponerse en nuestra posición, pueden
escucharnos, puedan dar su opinión… Pero nunca podrán comprendernos porque
nunca llegarán a vivir lo que estamos viviendo. Veces en que nos damos cuenta
de que, al final, la única persona que vive su vida es uno mismo y, por lo
tanto, la única persona que debería tener poder para tomar decisiones sobre la
misma es, también, uno mismo.
Pero, sobre todo, por esas veces en que, aun
estando todo así, seguimos hacia delante. Veces en que nos dan ganas de
abandonar las cosas, de cambiar de vida, de dejar todo lo que habíamos
conseguido y empezar de cero pero que, sin saber cómo ni de dónde, sacamos unas
enormes fuerzas que nos hacen levantarnos cada mañana. Levantarnos con ganas de
enfrentarnos a nuevos retos, de salir hacia delante, de afrontar dificultades,
de alcanzar metas.
Y es que, si las cosas se vuelven difíciles,
es porque hemos llegado a un alto nivel, porque hemos conseguido ascender. Debajo
de nuestro potencial no existen dificultades, ni grandes obstáculos, pero
tampoco grandes metas. Nunca debemos olvidarnos de aquello que nos gusta, de
eso que nos hace felices, de lo que nos llena. Nunca debemos dejar de ser dueños
de nuestra propia vida, ni dejar que otros decidan por nosotros. Pero tampoco
hemos de abandonar a la primera de cambio. A veces las cosas se ven grises pero
hay que luchar. Hay que luchar, trabajar y hay que seguirse esforzando. La
verdad, nadie consiguió grandes cosas haciendo mínimos esfuerzos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario