lunes, 24 de noviembre de 2014

Por esas veces..

Por esas veces en que las cosas no nos van como habíamos planeado. Veces en que nos toca hacer cosas que no nos gustan. Veces en que queremos decir unas cosas pero las circunstancias nos empujan a decir otras, veces en que queremos hacer algo y al final acabamos haciendo lo contrario. Veces en que nos gustaría cambiar millones de cosas pero no tenemos por dónde empezar y sabemos que deben quedarse tal y como están.

Por esas veces en que empezamos a darnos cuenta de que todos esos consejos que nos han dicho a lo largo de nuestra vida, todo eso de “serás lo que quieras ser”, “tu vida sólo depende de ti”, “llegarás donde quieras” o “tú eres tu propio límite”, no son del todo ciertos. Veces en que comprobamos que nuestra vida está siendo dirigida por muchas más personas que nosotros mismos y que en ella están influyendo demasiadas cosas.




Por esas veces en que nos dan ganas de dejarlo todo. Veces en que empezamos a preguntarnos el por qué de lo que hacemos. Veces en que nos planteamos el haber olvidado que lo único importante en esta vida es ser felices y hacer lo que nos gusta, elegir nuestro camino. No lo que otros digan, no lo que otros opinen, no lo que otros decidan. Veces en que hemos perdido el sentido de lo que hacemos y de por qué lo hacemos.

Por esas veces en que comprobamos que, realmente, nadie nos entiende. Que pueden ponerse en nuestra posición, pueden escucharnos, puedan dar su opinión… Pero nunca podrán comprendernos porque nunca llegarán a vivir lo que estamos viviendo. Veces en que nos damos cuenta de que, al final, la única persona que vive su vida es uno mismo y, por lo tanto, la única persona que debería tener poder para tomar decisiones sobre la misma es, también, uno mismo.




Pero, sobre todo, por esas veces en que, aun estando todo así, seguimos hacia delante. Veces en que nos dan ganas de abandonar las cosas, de cambiar de vida, de dejar todo lo que habíamos conseguido y empezar de cero pero que, sin saber cómo ni de dónde, sacamos unas enormes fuerzas que nos hacen levantarnos cada mañana. Levantarnos con ganas de enfrentarnos a nuevos retos, de salir hacia delante, de afrontar dificultades, de alcanzar metas.





Y es que, si las cosas se vuelven difíciles, es porque hemos llegado a un alto nivel, porque hemos conseguido ascender. Debajo de nuestro potencial no existen dificultades, ni grandes obstáculos, pero tampoco grandes metas. Nunca debemos olvidarnos de aquello que nos gusta, de eso que nos hace felices, de lo que nos llena. Nunca debemos dejar de ser dueños de nuestra propia vida, ni dejar que otros decidan por nosotros. Pero tampoco hemos de abandonar a la primera de cambio. A veces las cosas se ven grises pero hay que luchar. Hay que luchar, trabajar y hay que seguirse esforzando. La verdad, nadie consiguió grandes cosas haciendo mínimos esfuerzos. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario